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Somniloquios

Todos los caballos son del Barça

Todos los caballos son del Barça

Tengo dicho hace tiempo que si verdaderamente el Real Madrid quiere desmontar el garito azulgrana durante unos años, al modo en que lo hizo Florentino con el fichaje de Luiz Figo, debería fichar a Mourinho. Otra cosa es si la crítica soportaría la colección de tractores que el portugués despliega en cada partido, al menos en el Chelsea, donde unos jugadores se parecen mucho a otros y todos se hacen borrosos en el conjunto de un equipo que suele comportarse como un agujero negro: se traga todo el fútbol del contrario y lo reduce a polvo cósmico. No sé si eso funcionaría en un lugar en el que Capello ya es anatema; ignoro si Mourinho tiene más registros como entrenador. Pero su mezcla de agitación, enfrentamiento, denuncia, sospecha, psicología, ansiedad, competitividad, ambición y talento convertiría la rivalidad de estos cien últimos años entre Madrid y Barcelona en un juego de niños. Yo creo que el Barcelona no podría superar el martillo que supone Mourinho y se derrumbaría a la mínima. Pese al evidente dominio de las dos últimas décadas, de Cruyff aquí, a la imposición de un estilo que ha mejorado el fútbol español, a las victorias y a los jugadores, el Barcelona aún se siente menor, vulnerable, agraviado y, por qué no decirlo, perdedor. Es el peso de la historia. ¿Por qué los caballos son desconfiados y tienen los ojos en los lados de la cabeza? Porque durante miles de años de evolución natural fueron presa de otros bichos nada equitativos (precisamente), y permanece en ellos ese acollono atávico tan barcelonista. Conclusión: todos los caballos son del Barça.

Es buen momento para tentar a Mourinho, porque el Chelsea acaba de concluir que, de nuevo, no va a ganar la Champions. Su gran reto. Un desafío de proporciones históricas y naturales, porque el Chelsea nunca ganó una Copa de Europa (y mira que la ganaron el Nottingham Forest, el Aston Villa, desde luego el Liverpool y el Manchester United, y hasta el Celtic de Glasgow... que es escocés pero vale para explicar el caso), y cualquier ascenso a una clase superior, como el que ha protagonizado el equipo de la calle Fulham, precisa la sanción de una Copa de Europa:no basta con ser reconocido como uno de los equipos más potentes de Europa. Hay que llegar y ganarla. O al menos llegar. El Chelsea, equipo burgués por antonomasia en Inglaterra, se va a quedar sin la Champions, se va a quedar seguramente sin la Liga (el Man United le tomó cinco puntos de ventaja el sábado) y habrá que ver si gana la final de la Copa, también al United. Si completa el batacazo, va a arder el petróleo de Abramovich. Hay que decir algo antes de seguir: el Chelsea perdió a los penaltis contra Reina, pero no llegó ni a merecer una hipotética victoria. La lotería de los penaltis, como la llaman, es una mentira de primer orden: no hay lotería, hay talento y condiciones, capacidad, manejo de la ansiedad y del cansancio. En definitiva, que no es coincidencia que Reina, un portero explosivo, velocísimo, de intuiciones portentosas, detuviera dos penaltis. Y además hay que tirarlos bien. Guillem Balagué defiende esta alegre teoría mía con datos en el AS, no como yo: el Liverpool ha ganado diez de sus últimas once tandas de penaltis en Europa. Eso no es una lotería; como no es una lotería matar bien a un toro.

El Liverpool constituye el caso contrario del Chelsea. Con muchos menos recursos, Rafa Benítez lo ha situado un par de escalones o tres por encima de su valor real: dos finales de Copa de Europa en tres años, una de ellas ganada a un equipo mayor como el Milan. Espero estar en Atenas, en la final. Porque es el Liverpool -equipo preferido siempre- y porque es Atenas. Y ya lo explicaré si hace falta. Espero que sea contra el Mancheste United, por mi amigo Andy, porque el ManU me parece el mejor de los tres equipos ingleses (de lejos) y porque esa rivalidad vieja entre los dos grandes de Inglaterra quedaría preciosa en una final europea. El Liverpool ya está ahí, esperando. No jugó un gran partido, pero jugó una buena parte del partido necesario: el testicular. Su argumento fundamental estuvo en la energía, en la presión, en el ritmo, en la osadía, en la velocidad y el deseo. Fue un equipo inflamado al que, con el paso de los minutos, se le fue quedando al aire la escasez de medios. No encontró manera humana de meterle mano a la roca azul. Donde siempre estuvo soberbio fue atrás, aunque Mourinho y su Chelsea abandonaron a Drogba de forma excesiva. Zenden es un jugador flojito, ya lo sabemos; Pennant es además desordenado; Crouch y Kuyt no pudieron del todo y sus cambios fueron Bellamy, un loco de iluminaciones repentinas y ocasionales, y Robbie Fowler, que vive congestionado por el tiempo. Su mejor línea es el medio campo: Xabi Alonso, Mascherano (esfuerzo oceánico el suyo en este partido), Gerrard... Y la portería. Y sobre todo Benítez. No me gustan los equipos de autor, sobre todo cuando el autor viene a ser un entrenador de tendencias obsesivas al que el fútbol le cabe en un abecedario de gestos ininterpretables, al modo de las crípticas señas del béisbol. Pero le tengo que reconocer (y agradecer) a Rafa Benítez su conquista de Anfield con un manual de disciplina del deseo que ha sido capaz de sobreponerse a todas las imperfecciones de su equipo. Y lo mejor es que su equipo lo ha seguido. En el Liverpool, creer en la grandeza resulta sencillo.

[Foto: Mourinho, sobre el fondo de un banderón scouser. La foto es de Anita Maric, de Efe]

4 comentarios

Mornat -

Anónimo amigo, gracias por el afecto del comentario, para empezar. De verdad que yo no estoy tan seguro de que el Barcelona de Rijkaard haya jugado mejor que el Barcelona de Cruyff. En mi recuerdo, aquel equipo alcanzó cotas extraordinarias de belleza y armonía en su juego, y con una constancia notable. Otra cosa es que no se impuso con la claridad previsible para un equipo así y que para ganar la Liga tuvo que esperar dos veces hasta la última jornada y en una ocasión, incluso, valerse de terceros. Y no digo más. Los defectos de Cruyff,por otro lado, los conocemos todos, pero no me parece que esté sobrevalorado. También en Rijkaard podemos encontrar defectos equivalentes: ¿Qué entrenador no los tiene? Por motivos opuestos a los de Cruyff (hablamos de un soberbio recalcitrante frente a un espíritu sosegado, casi hippie), pero también Rijkaard tiene dificultades en el vestuario; y también Rijkaard prefiere a Gudjohnsen antes que a Saviola; y también Rijkaard contrató a Maxi López; y también Rijkaard comete errores de mucho bulto en la dirección de los partidos y en las respuestas estratégicas. Por tanto, no le veo mucha ventaja, si es que tiene alguna, frente a Cruyff, que me parece el verdadero renovador e impulsor de una tradición que le antecede pero que, en el fondo, le ha hecho mucho bien, insisto, al fútbol español.
Por lo demás, no soy culé desde la cuna, ni siquiera como segundo equipaje. Aún más inconfesable que esa posibilidad es la verdadera: muy de niño también estuve un tiempo fascinado por el Atlético de Madrid de Reina, Leal, el Ratón Ayala, Luiz Pereira, Dirceu o Leivinha... Después fui muy del Barça, y ahora prefiero que gane antes de que lo hagan el Madrid u otros. Desde luego, no el Zaragoza. La primera vez que fui al Camp Nou tuve la clara impresión de que no pertenecía a aquello, como queramos llamarlo. Me parecía excluyente, luego lo he entendido. Más tarde, en La Romareda constaté que uno sólo puede querer incondicionalmente al equipode su tierra. Quizás ésta sea una verdad muy íntima, porque la pertenencia constituye un impulso muy arraigado en mí.
Por fin, con respecto al complejo barcelonista no me caben dudas: el título del Somniloquio tenía que ver con ello.
Un abrazo fuerte.

Anonimo amigo -

Querido Mario:
Si eres un poco justo con la historia, el Barcelona de Cruyff nunca jugó al fútbol como el de Rijkaard: ganó tres Ligas de milagro (de las cuatro) y siempre se cagó ante el Real Madrid. Cruyff es el entrenador más sobrevalorado del mundo, y siendo bueno tuvo una suerte infinita. Y además era bastante especial: maltrataba a muchos jugadores, Laudrup entre ellos, cuando estaba en plenitud e hizo tal cantidad de barrabasadas (Lucendo, Milla, unas cuantas cosas más que tú sabes bien porque eres culé desde la cuna, al menos de segundo equipaje) que no soportarían un análisis. Es un buen entrenador, sin duda, pero nunca tuvo la clase de Rijkaard. El medio holandés, si somos justos, debería estar pugnando por la cuarta Liga. El primer año, tras un periodo largo de desorientación y crisis, rearmó el equipo y consiguió que jugase como nunca y quedó a un suspiro del título. Los dos últimos años el Barcelona tuvo momentos increíbles. Maravillosos. Este año va a perder la Liga, está claro, ante el Madrid o el Sevilla, porque el equipo empezó a deshacerlo el mal ambiente: Ronaldinho, Deco, el propio Rijkaard que ha fallado como una escopeta de feria, especialmente con el asunto del medio centro y con Saviola, etc.

Quizá tengas razón en lo que dices de Mourinho, pero eso es por algo que sabes muy bien: el Barcelona es un equipo acomplejado, lo ha sido siempre, y juega (incluso cuando es el mejor) con un ojo en la espalda mirando al Madrid.

Un abrazo.

Mario -

Lo de los modelos es cierto y lo explican los títulos. Fueron ese tipo de entrenadores los que le dieron la gloria y la leyenda al Madrid; y nadie puede discutir la condición inspiradora de Cruyff y su legado. Florentino quiso hacer 'otro' Madrid con Queiroz y los Galácticos, pero a ese modelo le tiraban las costuras y acabó en desastre. Ahora, me parece rarísimo que un club como el Madrid no se pueda deshacer de esa tradición.

alex -

Yo creo que el Madrid y el Barça han confeccionado con los años modelos de entrenador opuestos. El del Madrid es el de Molowny y Muñoz. Por eso encaja gente como Del Bosque y hay recelos hacia tipos como Toshack, Floro o Capello. En algunos casos, puede sentarse en el banquillo gente como Heynckes porque los jugadores no le hacen ni caso y a él parece darle igual. El modelo del Barça es el holandés. Por eso aún no se ha visto triunfar a un técnico de la casa, salvo que se considere de la casa, claro, a todo el que venga de la tierra de Cruyff. Me temo que Mourinho sería dinamita para el Madrid. Con estilos diferentes, Benítez y Víctor Fernández sí que encajarían. Lo del Liverpool ayer fue grande, y, efectivamente, los penalties no son una lotería, pero a ver si hacemos campaña para cargarnos otro atavismo estúpido: el de que los goles en campo contario valen más que en campo propio.