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José María Gayarre: El pionero del fútbol que nunca jugó al fútbol

José María Gayarre Lafuente nació en Zaragoza, en la calle San Pablo, el 8 de febrero de 1893. Cursó el Bachillerato en los Escolapios y llegó a matricularse en la Facultad de Químicas, aunque no se licenció; él mismo se definía como "un mal estudiante". Sin embargo, su contacto con la Universidad le permitió relacionarse con los ambientes más avanzados de la sociedad zaragozana y, sobre todo, empaparse de cultura deportiva. Figura cumbre y auténtico pionero del fútbol en Aragón, nunca jugó al fútbol, pero creó y dirigió el establecimiento de este deporte en Zaragoza: fundó y tuteló sociedades, organizó la Asociación Aragonesa de Cultura Física y creó e impulsó la Federación Aragonesa de Fútbol, de la que fue su primer presidente y también su primer seleccionador.

Gayarre fue un verdadero romántico del fútbol, un cerebro dirigente, un rector perpetuo, que ejercía el arbitraje, que asesoraba, contaba las novedades nacionales y extranjeras y poseía las reglas del juego traducidas del inglés, siendo el árbitro oficial y único de los partidos que se jugaban y verdadero caudillo de este deporte durante su edad de piedra en la ciudad. Supo orientar el fútbol sin dinero y supo buscarlo de los demás cuando hizo falta. Pero él, ayudado por su inseparable José María Muniesa, siempre tuvo en la mano los hilos de la trama, lo mismo en la Federación Aragonesa que en el Iberia, donde su actividad fue colosal: vocal, vicepresidente, director deportivo, consejero delegado de la Sociedad Anónima Campo de Deportes de Torrero, entrenador y también presidente. José María Gayarre fue el último presidente del Iberia y también el primero del Real Zaragoza. Lo fue todo en el fútbol aragonés.

En plena juventud, un viaje a las minas de Río Tinto, en Huelva, le permitió descubrir el fútbol, empaparse de ese veneno que habían exportado los ingenieros y operarios ingleses de la ‘Rio Tinto Company'. Allí compró dos balones viejos, que luego le remendaría un zapatero de la calle las Armas, y un reglamento en inglés. Y con una paciencia infinita comenzó su magisterio. Fundó en 1912 la Gimnástica y no decayó cuando ésta desapareció en 1915. Todas las tardes, en el campo del Sepulcro, mientras hacían instrucción los soldados, se pasaba Gayarre sus horas muertas de soñador en quiebra, viendo a los chicos de las escuelas disputarse casi a mordiscos el balón y marcar los ‘goals' en las porterías de ropa. José María Gayarre dejó que ese nuevo caldo fermentara un poco. Luego intervino. Su actuación fue de consejero y de árbitro. De tutor. De referente permanente y absoluto.

Tomémosle prestada la pluma al desaparecido periodista Miguel Gay Berges para comprender en toda su extensión la magna cruzada didáctica del señor Gayarre en ese proceso de fermentación del fútbol aragonés:

"Era alto, moreno, serio, reservado. Miraba sobre nuestras cabezas al infinito que se remontaba tras una empalizada de traviesas de ferrocarril, que limitaba, muy a lo lejos, el campo de juego. Tenía la silueta erguida y su aire de esfinge respiraba autoridad. Nosotros le mirábamos con respeto y admirábamos su constancia: todas las tardes estaba allí. Se agradecía que un señor no se riera de nosotros, en mitad de aquel desprecio de todos. Y, no solamente no se reía, sino que, de cerca, era afable y además entendía de fútbol, tanto, que muchas veces no le entendíamos nosotros..., que éramos futbolistas (?). De él escuchamos, por primera vez, sin entenderlo, qué era un ‘offside'. Se llamaba José María Gayarre.

Conducidos por él, con su apoyo, que nos prestó sin que se lo pidiéramos siquiera, porque pensábamos que nadie nos pudiera apoyar, penetramos en la calle de Bilbao, para alternar con el equipo de los alemanes. Él nos presentó a la afición zaragozana, si la había, desde las columnas del ‘Diario de Avisos'. Él eligió a sus colaboradores, y no admitió otros; el procuró que no se le desbordara y que las cosas siguieran la derrota que marcaba. Cuando las cosas iban mal, muchas veces, volvía a quedarse solo; pero siempre salía adelante".

Pero José María Gayarre fue un hombre de actividad múltiple. Por ejemplo, sus inquietudes políticas le impulsaron a fundar y presidir en 1921 el partido Acción Ciudadana, de clara inclinación maurista. Y a presentarse como concejal en las elecciones municipales del 5 de febrero de 1922. No resultó elegido, pero en junio de 1923, en los últimos comicios celebrados en España antes del golpe militar del general Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923), alcanzó un acta de diputado provincial por el distrito Pilar-La Almunia. Y en ese cargo se mantuvo hasta el 20 de enero de 1924, cuando, por orden del gobernador civil, el general José Sanjurjo Sacanell, fue disuelta la junta de gobierno que presidía Mariano Pin Novella, destacadísima personalidad de la vida social y política zaragozana y durante 1928-29 presidente del Iberia.

Cruzada periodística
El periodismo fue otra de las grandes aficiones de José María Gayarre. Y durante una década fue colaborador deportivo de los periódicos ‘Diario de Avisos', ‘El Noticiero' y ‘Heraldo de Aragón', donde firmaba sus brillantes ‘Notas de Sport' con los seudónimos ‘Goal' o ‘XXX'. Tenía una pluma ágil, cultivada y muy amena, aunque el ejercicio del periodismo deportivo no era, al final, más que una parte obligada, acaso fundamental, de su cruzada por potenciar el fútbol, por ordenarlo, por consolidarlo.

Gayarre, representante comercial de diferentes bodegas de Haro y Jerez, era también un excelente conversador. Y un notable orador. Se hicieron famosas en todo Aragón sus conferencias en apoyo del deporte. Y no menos famosa fue su célebre tertulia futbolística, que recorrió sucesivamente los salones del Café de Europa, El Oriental, La Perla y Salduba.

El 1 de abril de 1932 fue nombrado vicepresidente segundo y presidente en funciones del recién constituido Zaragoza Fútbol Club, cargo que desempeñó hasta el 17 de agosto de 1934, cuando presentó su dimisión y la asamblea de socios eligió como segundo presidente del club a Felipe Lorente Laventana. Gayarre pasó de inmediato a la secretaría técnica, desde donde cocinó el célebre equipo de los ‘Alifantes', que lograría en 1936 el ansiado ascenso a Primera División. Un año y medio antes, en enero de 1935, la Federación Aragonesa de Fútbol le concedió su primera Medalla al Mérito Deportivo. Fue una recompensa merecida, con la que se le hizo justicia.

El prestigio de José María Gayarre en el fútbol español fue enorme. Y para comprobarlo bastan estos dos detalles: en mayo de 1937, participó activamente en las reuniones de San Sebastián para la creación de la Federación Española de Fútbol de la Zona Nacional, cuyo primer presidente fue el comandante Julián Troncoso Sagredo, amigo personal de Gayarre, directivo desde 1934 del Zaragoza y gran impulsor del atletismo aragonés. Cuatro meses después, ‘Goal' fue nombrado mediador, junto al ex presidente del Español Genaro de la Riva y al periodista bilbaíno José Luis de Isasi, en la negociación que se abrió en Francia con los jugadores y dirigentes de la Selección vasca para que se incorporaran a la España Nacional.

También Gayarre, pese a su adhesión al Movimiento Nacional, sufrió en sus carnes la Guerra Civil. Y en 1938 tuvo que abandonar Zaragoza al destaparse su condición de homosexual. Se le hizo la vida imposible. Marchó primero a San Sebastián, donde siguió colaborando con Troncoso, y acabado el conflicto se instaló en Madrid, lejos de su familia y de sus amigos, y desapareció de la escena futbolística. El Zaragoza pagó muy cara su ausencia y en 1947 estaba otra vez en Tercera División, arruinado y sin futuro, al borde de la desaparición.

Regreso fugaz
El presidente Cesáreo Alierta lo recuperó como asesor técnico en 1953 y le dio plenos poderes, pero José María Gayarre sólo duró una temporada en el cargo. Su regreso no tuvo una acogida unánime en el club y hubo personas interesadas en que no se entendiera con el entrenador Pedro Eguíluz. Dimitió y nunca se hicieron públicas las causas de su salida. Ésta fue su última estancia en Zaragoza, estableciendo luego en Madrid una especie de representación del Real Zaragoza, en donde se resolvían todas las cuestiones centrales que precisaba el club dilucidar o gestionar en la Federación Española.

José María Gayarre Lafuente murió en Madrid el 8 de febrero de 1968, el día de su setenta y cinco cumpleaños, olvidado de todos, desconectado por los avatares de la vida del fútbol aragonés que él creó con su entrega, su loco romanticismo y su inagotable capacidad. Mereció en sus últimos años una atención mayor de quienes, gracias a su esfuerzo, vivieron, medraron o figuraron en el fútbol zaragozano. Quizá su consuelo es que, antes de fallecer, le dio tiempo de ver a su Real Zaragoza conquistar dos Copas del Generalísimo y una Copa de Ferias, de verlo campeón.

Pedro Luis Ferrer
Diario AS
www.as.com

1 comentario

curro -

Tuvo que costarle el hecho de que con el cambio se perdiera el nombre del Iberia y pasara a llamarse Zaragoza Fútbol Club.

¿Hubiera tenido la misma adhesión/facilidades/éxito/apoyo si el nombre del equipo saliente no hubiese tenido la palabra Zaragoza?

Gracias por estas crónicas.