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Somniloquios

STOP!

STOP! Me pregunto si no podría alguien, aunque fuera un ratito por favor, retirarle el micrófono de la boca al inevitable Pere Navarro (si habrá nombres feos... pero Pere y Didac están entre los peores). Que alguien me diga cuándo se celebró la votación que permite a este hombre tratarnos como lerdos irresponsables un día sí y otro también, cuándo se decidió (y quien lo hizo, y a quién le preguntaron) que la DGT iba a ser una especie de paternalista asociación de bienhechores inmaculados, cuyo único error es no poder conducir por nosotros, todos, en lugar de que nosotros ciudadanos, beodos, drogadictos, irresponsables, temerarios, peligrosos y, en un ratito, delicuentes, nos pongamos al volante con ese afán homicido-suicida con el que lo hacemos. Por favor que alguien me recuerde por capítulos desglosados de qué forma tan inapreciable pero cierta los estudios estadísticos de la DGT se han convertido en el álgebra de nuestra estupidez, de forma que andamos categorizados en un porcentaje que supera el cien por cien si se suman las soluciones que en forma de campañas lanza, semana sí y semana también, esta DGT que parece algún cuerpo de policía política del automóvil. Una campaña detrás de otra, una semana detrás de otra: primero el cinturón, después la sillita del niño, luego el exceso de velocidad, más tarde los móviles, en algún momento la ITV, ahora la velocidad en las ciudades, la del puto carnet por puntos, la siguiente la del casco, otra con el limitador de velocidad, luego el alcohol, por fin la de penalizar los excesos para llevar a la gente a la cárcel... Cada semana una. De forma inagotable. Y de forma inagotable avisan que se realizarán 200.000 controles (siempre son 200.000, vaya usted a saber por qué), y que, si todos fuéramos buenos y no los hijos de puta potenciales que somos, a estas horas habríamos reducido en un nosecuántosporciento las muertes en la carretera. Alguna vez me voy a poner a sumar los porcentajes que dan y entonces veremos, porque no hay accidentes para tantos porcentajes, sobre todo teniendo en cuenta que las únicas campañas (y causas) son las de culpabilidad exclusiva del conductor. Si añadiéramos algún factor extraordinario, el estado de muchas carreteras, las deficientes señalizaciones, los errores humanos, los inhumanos, las casualidades... entonces ya no sé. Según la máquina de porcentajes de Pere, no sólo no habría accidentes, sino que por fuerza resucitarían algunos de los muchos que se matan o vaya usted a saber.

 

Uno quiere seguridad vial y educación, sí. Pero no que lo hagan sentir cada día (con la alegre y entusiasta anuencia de todos los medios de comunicación) un desalmado que carga sobre sí los cientos de muertes (¿o eran miles?) de todos los años. Tantas prohibiciones y controles me ponen enfermo. Yo ya tengo a mi padre y a mi madre. O progenitor A y B, como coño se diga ahora. No necesito que este señor con verbo untuoso de docente de vuelta de la vida me explique con chascarrillos lo que cualquiera sabe. No necesito que Pere Navarro me dé el potito de frutas todas las noches con el telediario y me ponga a hacer pipi antes de ir a la cama ni me palmee la espalda para que suelte los airecitos. Ni él ni esta pandilla de pesados que se pasan el día diciéndole al ciudadano lo que tienen que hacer para ser recto, honesto, moral, bueno y socialista. Que usted no es mi padre, hostia, a ver si se entera... Ni usted tampoco.

 

(*) Foto: Frena o la palmas... Se vienen las señales agresivas de Pere Navarro. Si es por ideas, las hace todas suyas.

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