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Somniloquios

El sueño del lagarto

El sueño del lagarto

 

Woody Allen tituló una película así: Septiembre. El mes nostálgico por excelencia, metáfora de metáforas. Woody situó a Elaine Stritch y Mia Farrow en un escenario decadente y melancólico, de hojas que alfombran despacio el suelo y soles en caída hacia el ocaso. Todos los ocasos el ocaso. El final del verano. La vida que de pronto escapa a nuestra mirada. La gente que afronta los últimos trenes y lo sabe. Los que de pronto se han ido. Las tardes que acaban. Los días que van, los que fueron. La memoria ha buscado El fin del verano: aquella bonita canción de Danza Invisible, un grupo queridísimo que murió de éxito trompetero tras haber frecuentado un lenguaje impropio para la música española de mediados de los ochenta. En sus canciones lo mismo cabía una cita de T. S. Eliott que etílicas emociones de clanes gamberros y oscuras deserciones poéticas de eso que llamamos amor. Lo mejor de su producción quedó en el aire de aquellos vigorosos directos suyos, que significaban un canto desaforado al arte involuntario de la juventud. En el olvidado Rincón de Goya hubo uno glorioso. Los llegaron a declarar el mejor grupo español en directo, aunque la competencia entonces era feroz. Aquellos recitales de enfurecida adrenalina controlada los encarna el Lp en directo que Danza publicó hace ya tantos años que ni me acuerdo. Lo tengo en vinilo. Lo vi decenas de veces en cedé y no sé por qué no lo compré. Ahora que lo quiero, no lo encuentro por ningún lado... Aquella canción que sonaba estos días en el recuerdo es El fin del verano. Ahí va, para rebozarnos alegremente en la nostalgia:

El fin del verano siempre es triste
Aunque entre las mantas pueda hablar de amor
Del cielo gris al cielo beige
Oler castañas
Y entre el humo anhelar el calor

 

Pero el fin del verano es triste

Aun cuando sabemos que todo es un ciclo

Y llegará el día en que sudando

Desearemos otra vez el frío enero

 

El fin... el fin del verano

 

Es el momento de la lluvia

Las hojas muertas color ocre

La hora del sueño del lagarto

El fin del verano es triste

Querámoslo o no...

 

Lejos de los ojos guardaremos la piel

Pero el fin del verano es triste

Aunque entre las mantas pueda hablar de amor

La noche alarga su jornada y el día,

Vago y breve, se escapa

 

Abril es el mes más cruel

Alguien lo dijo antes

Pero el fin del verano es triste y ahora...

¡Aún soy joven!

Foto: Javier Ojeda, líder vocal de los malagueños, derrocha energía en un concierto de Danza Invisible. Ahora lanza su primer disco en solitario, Polo Sur. De Danza hace mucho que sólo me interesan los recuerdos previos a Sabor de Amor.

3 comentarios

David -

Imposible no estar de acuerdo con Jeremy North, despues de los 110€ de subida de mi abono (34%). De todos modos, al final de la temporada veremos si ha merecido la pena el esfuerzo, en relación a lo vivido. Si, supongamos, se gana la Copa del Rey, se hace un brillante papel en Liga (estilo Osasuna o Sevilla el pasado año), nadie se acordará de la subida. Pero si las cosas no marchan demasiado bien...

Jeremy North -

Yo sólo los ví un par de veces en directo, creo que la primera fue cuando hicieron de teloneros de Spandau Ballet en La Romareda, hace la tira de años, y a pesar de ser teloneros sonaron como un cañón.
Sus discos cayeron mucho cuando les dió por acercarse a la onda latina que tanto daño está haciendo a la música pop española, pero los primeros que sacaron eran fantásticos, plenos de fuerza y con un sonido que no se llevaba entonces en el pop español, cercano a los mejores Simple Minds pero sin tanto teclado.

Por cierto Mario, aprovecho tu blog (espero que no te moleste), para mostrar mi protesta a la bárbara e injustificada subida de abonos que nos han endilgado el polí malo (Bandrés) y el polí bueno (Agapito). Estoy de acuerdo en que se nos ha vendido ilusión con los refuerzos y tal, pero eso no justificar una subida tan excesiva, teniendo en cuenta que La Romareda actual no ofrece ninguna comodida y nulos servicios.

Y perdón por el rollazo.

David -

Gran grupo y grandísimos directos. Doy fe de ello despues de verlos en el Pilar hace unos añitos. Por cierto, Javier Ojeda confesaba el otro día en una entrevista que le hicieron en la tele que nunca pudieron reflejar en sus discos la energía y chispa de sus conciertos..