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Somniloquios

Villa se come a la Bestia

As, 1 de noviembre de 2004
www.as.com

Zaragoza, 3-Sevilla, 0

Uno ve al Sevilla plantarse sobre el campo y ve a un equipo de hombres afirmados en su envegardura, en ese híbrido de talla alemana y barrio chico. Hay una discordia en la escena: David y Antonio López, que parecen dos muñequitos en la banda izquierda. Aquel balón que Toledo cruzó en el minuto 12 era un balón de rango aproximatorio, digamos. Tuvo la involuntaria virtud de sobrepasar a Pablo y de no alcanzar a David, que se lo quedó mirando. Galletti vio el desacuerdo de los defensas y entró a buscarlo. Y cómo cabeceó ese hombre. Dustin Hoffman no hubiera cabeceado mejor. Y dirán ustedes: pero si Dustin Hoffman... Lo mismo pensaron David y Pablo. En el mientras tanto, el graduado metió gol en casa de la señora Robinson.

El tanto de Galletti puso al Zaragoza en la pista del encuentro. El Sevilla se quedó en la escenografía. Alves le tiró un par de mordiscos en los tobillos a Savio, que montó un número de escapismo: lo encerraban Alves, Sergio Ramos y Martí. Pero el brasileño volador practica la magia: hizo dos trucos con el tacón, uno parecido a aquél de Redondo en Old Trafford, pero en los medios, que la gente aplaudió a rabiar. Para que no lo acusaran de esteticista disconforme, también hizo el penalti. El gol arrancó en Villa, el delantero-peonza. Villa va y viene girando desbocado y su agitación tiene el sentido constructivo de un huracán, valga la paradoja. Persigue al defensa, busca el balón, lo absorbe, se zafa de rivales y sombras. A veces se enreda con las sombras. Otras, con los rivales. Ayer levantó la cabeza y vio a Savio entrando al área. Se la puso al hueco. Sergio Ramos tiró a Houdini y el Guaje metió el penalti con una paradinha.

El 2-0 dejó al Sevilla desnudo, sin su traje de moda. Las modas son pasajeras en el fútbol, como la tristeza de la Copa. El Sevilla rampante se marchó de La Romareda goleado y en blanco, dejando una impresión hueca. No se le vieron defensas ni delanteros. Baptista fue una bestia sombría o una sombra bestial. Se la comió Milito como dulce de leche, Milito minucioso igual que un hijo a los ojos de papá Pekerman. Villa acabó de masticarlo.

El equipo de Caparrós sólo ganó batallitas en el medio, pero fue cuando el Zaragoza se dio a reposos para varar el juego y proteger su ventaja. Ni en esas concesiones pudo el Sevilla. Caparrós buscó en los diminutivos (Carlitos y Antoñito) lo que no hicieran los hombretones. Nada. Su defensa se comió un cabezazo inocuo de Álvaro hacia Villa, que venía girando y girando sin parar, arrasando las esquinas del campo. Twister le hizo un caño a Esteban y se metió en el gol con la pelota y los pantalones puestos. Después, Víctor le dio la llave del partido a Generelo y éste lo clausuró con la autoridad de un polizonte. A cada uno que quería pasar por el medio le pedía el DNI. Era una trampa, claro, porque nadie juega con el DNI. Así que no pasó nadie. El que quiso insistir llevó estacazo. Le enseñaron una tarjeta amarilla, sí, pero es tan aplicado ese rubiales...

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