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Somniloquios

Bla, bla, bla

Bla, bla, bla

Esta mañana me despertó la tormenta y he pasado las horas escuchando el Living in a Material World, de George Harrison, cuya voz rueda lánguida por entre la música como una lágrima. No era cosa de ponerse dramático, sólo que se han dado así los hechos y ahora reparo en que quizá las realidades se reúnen y encajan como piezas de un puzzle increíble. Andy me mandó anoche un mensaje que decía: "Maño, qué ganas tengo de leer tu blog mañana". Pues la verdad es que esto no me apetece nada. Si lo hago debe ser por esa obligación amistosa... lo cual quiere decir que empiezo a no ser libre de mis propias letras, como quería yo con este espacio. Pero a un amigo que te quiere leer no se le puede negar que lo haga. Ahí vamos, con gesto derrumbado.

Comencemos por algunos aforismos de andar por casa... Conforme Zidane hizo el tercero (y bien mal que me supo, aunque a los periodistas madridistas parece que la autoría los consoló un tanto), mi amigo César dijo: "El fútbol no es una ciencia exacta; el Mundial, sí". Eso pensé yo siempre, aunque nunca acerté a decirlo en momento tan exacto y de modo así de certero. Pasemos a otro: la muerte nunca es digna, aunque nosotros le otorguemos esa posibilidad por afecto o defensa de nuestros intereses. Proviene de una corrupción global de órganos y tejidos que supone una acabada forma de degeneración inevitable, así que en general está lejos de cualquier posibilidad digna. Esto viene a ser una versión de alguna frase oída a Gregg House, mi médico de cabezera (la zeta no es una confusión). Agrego: a la derrota le atribuimos también a veces una proverbial dignidad que a mí no me cae bien. Eso valdrá como bálsamo para conciencias, pero no como razón o análisis. Ahí va el último: "Los recuerdos bonitos mezclados con tristeza saben mucho mejor". Lo anotó Franz Kafka mentalmente y lo escribió Gustav Janouch en sus Conversaciones con Kafka, libro del que ya hablaré otro día. Aquí manejamos influencias diversas, que quede claro.

Por lo demás, la eliminación con Francia se pareció a todas las demás. Al menos a mí me pareció la misma de siempre: nunca le ganamos a nadie. A nadie verdaderamente grande o mínimamente grande, porque Francia fue mínimamente grande. Con eso le bastó. No sé por qué lo hice. No sé por qué me puse la camiseta roja (la de la Selección de rugby, ojo) y me fui a la plaza del Pilar. Porque si habíamos de darnos cuenta de lo inevitable mejor darse cuenta en casa, donde uno no está a merced del desprecio introspectivo ni de la mirada ajena. Y anda cerca del frigorífico o de la terraza. Volver caminando con el torso cubierto de derrota no le gusta a nadie, uno se siente desnudo.  No fuimos los únicos. Cuando cruzábamos el puente para buscar el coche, con el 1-3 ya, dos chicos y una chica habían insertado unos jirones rojos en un palito y le iban dando patadas mientras caminaban. Me recordaron a los obsesivos manifestantes árabes que queman y pisotean y escupen a las banderas yanquis. Nosotros no nos quedamos ni siquiera decepcionados, como si el organismo hubiera activado de inmediato, con el golito de Vieira, el pack de feromonas derrota de la Selección, macerado desde el 82 hasta la noche de ayer, siempre a punto, siempre dispuesto para actuar cada dos años, el ciclo Eurocopa-Mundial.

¿Hay que hablar de fútbol? Bueno... Puyol y Pernía, un desastre. El argentino, para mí, ha decepcionado todas las expectativas que abrió en la Liga, lo cual nos puede decir mucho sobre el baremo que verdaderamente significa la Liga: lo he visto tímido, sobrepasado por la responsabilidad que implica un torneo como éste o bien demasiado controlado desde el banquillo. Ayer no vio a Cara Cortada ni en pintura. Ribery fue el mejor de Francia, de lejos. La defensa adelantada de Luis, un agujero anunciado mil veces: cada fuera de juego sonaba a advertencia. Nadie la oyó. Puyol, el que menos, desordenado en la táctica y en las ideas y en las ejecuciones. El árbitro, por su lado, chifló como un loco desde que empezó el partido, lo pitaba todo. Era una simple cuestión de probabilidades que se equivocara en alguna, la de Puyol que originó el segundo gol. Se equivocaron el italiano y el central del Barcelona, cuyo exceso físico originó una falta inexistente e innecesaria. No importa, la victoria de Francia hubiera llegado por ese o por otro lado. El empeño en Torres y Raúl me parece exagerado, por distintos motivos. Torres está sobrevaloradísimo, y aun así creo que es de lo mejor que podemos tener. Otra pista acerca de nuestras posibilidades reales. Ayer hizo un partido calamitoso, pero a los críticos les sigue pareciendo que ha sido la estrella nacional en este Mundial. Digo yo... ¿por qué? ¿Por qué intocable? Y Raúl... para qué hablar de Raúl otra vez. Su única aportación son los problemas que lo rodean. No sé si es culpa suya pero vamos... problemas. Arriba no tuvimos nada. Pasábamos el medio campo atrincherado de Francia y no íbamos más allá. Un leve ejercicio de táctica y oficio nos mandó a casa y bien mandados. Otras anotaciones al margen: no sé si un jugador como Reyes puede pasar tan desapercibido como ha pasado Reyes en España en este Mundial. Desapercibido por olvido. Pero esto son cuestiones menores, la verdad. El tema es que de una derrota a otra, como dijo con mucho tino José Ángel de la Casa anoche en un debate, no aprendemos nada. Me parece lo más grave de todo.

La verdad es que no me apetece nada todo esto, ya lo he dicho. Siempre lo mismo, con otras caras. Hasta me siento algo tonto analizando. La única diferencia de esta eliminación con cualquiera de las anteriores consiste en que la prensa se ha dado a la indulgencia como agradecimiento por la propuesta futbolística. Para mí, demasiado manierismo, innecesaria afectación. El periodismo acostumbra a cometer un error muy político: considerar que sus juicios equivalen a los juicios del pueblo. José Ramón de la Morena entrevistó a unos cuantos españoles de a pie anoche y luego a algunos españoles jugadores derrotados, y resultaba algo patético ver cómo los pájaros les disparaban a las escopetas, y era el periodista el que levantaba la bandera del ánimo y el que apelaba al futuro de este equipo y a la juventud y a la próxima oportunidad y a lo que hemos vivido estas semanas (?). Cesc le vino a decir, de buenas maneras, que le importaba un buen huevo el futuro, que le acababa de ganar Francia y eso no se lo quitaba nadie. Raúl le recordó, pese a que el otro insistía, que Francia les había derrotado y bien merecidamente, en todo, siendo superiores táctica, física y desde luego futbolísticamente. Papeles cambiados. A mí tampoco me gustó el periodo de glaciación de Clemente y tal, pero no me consuela nada que España haya jugado muy bien frente a Ucrania y Túnez. La verdad. El caso viene a ser el mismo: no le ganamos a nadie, ni jugando bien ni jugando mal, ni con jóvenes ni con mayores, ni con Raúl ni sin Raúl, ni con Clemente ni con Camacho ni con Luis Aragonés ni Suárez, ni con Muñoz ni con José Emilio Santamaría ni con Kubala ni con Pereda ni con nadie. Somos un debate interminable y pesadote con la misma conclusión: a casita. Cada vez nos vamos antes. Al final, tendremos que celebrar llegar a cuartos.

Ah, y otra cosita. Ayer por la mañana me vino este pensamiento a la cabeza y no lo he podido desechar aún: Ucrania le ganará a Italia, aunque sea de penalti, y llegará a semifinales haciendo la de Croacia, la de Bulgaria, la de Suecia o la de Corea... Y tendremos que tragarnos ver ahí al equipo al que le metimos cuatro con la gorra. Al tiempo.

Pd: Para no apetecerme, me he liado. Va por Andy.

Foto: el Guaje, mi única alegría verdadera de este Mundial. Uno no tiene siempre la ocasión de ver ahí a un amiguete y animarle por sms en riguroso directo. Creo que se le ha tratado injustamente, sometiéndolo a cambios preconcebidos que no han atendido a su juego ni a sus méritos. Su penalti de ayer fue un monumento similar al de Totti el día anterior, un prodigio de ejecución. Como se ve, tirar penaltis no es ninguna bobada. Se compara con ese otro de Torres y sale la diferencia exacta. También es cierto que tirar penaltis sólo supone un detalle más en el fútbol.

2 comentarios

Ricardo -

Daba miedo ver las portadas: íbamos a jugar la final con Alemania; íbamos a retirar a Zidane. Íbamos, pero el caso es que nos venimos.

alex -

¿Viste la estrellita que tenía Francia encima del Gallo? Esa es la diferencia. 76 años de mundiales y 7 campeones (aunque Inglaterra con un poco de ayuda, ¿no? Andy). Por cierto, creo que los únicos que piensan que España puede ganar un Mundial de fútbol y se dan mal son ciertos periodistas-líderes de opinión. El resto de la gente creo que ya no se sulfura por estas cosas. O a lo mejor soy yo el que no me sulfuro y creo que el resto de la gente ya no se sulfura. En fin, supongo que este verano ganaremos algún europeo sub-17 y volveremos al bla, bla, bla.