Secretos y mentiras
Yo siempre que puedo miento. Empecemos por ahí. No son mentiras piadosas, son mentiras convenientes para ti y para mí. Para ti, que eres joven y en realidad no te importa la respuesta que te voy a dar, que preguntas por pura curiosidad, para ti que preguntas por cotilleo, por hacer que te importan los detalles de mi vida, por hablar de algo en el trabajo... Llévate por adelantado que lo más probable, salvo que me agarres en un raro instante de flojera sincerona, es que te clave entre los ojos una bola bien presentada, bien redondita, con acabados buenos, convincente, amable, con su contexto y sus detalles, para que quedes satisfecha. Lo hago por dos motivos: primero, porque no me da la puta gana de decirte la verdad, pero esto lo comento bajito para que no me tengas por un tipo desagradable. Pero la cosa es así: ¿Te pregunto yo? No. Yo casi nunca pregunto. Entonces, no preguntes. Y si preguntas, lo que puede pasar con toda probabilidad es que te conteste una buena mentira que tú ni siquiera notarás. Te entrará suave y placentera, cariño, porque yo sé hacerlo, no te preocupes. No vas a advertir la diferencia. Y yo me quedo más tranquilo con mi respuesta verdadera dentro. Un segundo después vas a seguir con tu vida y yo seguiré con la mía y nada habrá cambiado, si lo piensas, habrá dado exactamente igual que lo que yo te diga sea mentira o verdad. Así que... ¿por qué no?
El proceso es inverso. No se trata de mentir, se trata de subrayar lo innecesario de algunas verdades. Yo creo que no hay que ahorrarse las mentiras, lo que hay que ahorrarse son las verdades. Ya sabemos de qué mentiras estamos hablando. Yo a la gente que pertenece al binomio me importa/le importo no le miento. En absoluto. Digamos que le miento a la sociedad, así en abstracto. Porque me gusta y porque me divierte. Una amiga me dijo en una ocasión que el rasgo más evidente de mi carácter es que resulta muy complicado saber lo que estoy pensando en cada momento. De eso se trata, aunque me atribuyó una condición que yo ignoraba, porque me tengo por alguien bastante transparente. Esto me gusta decirlo. No me importa si es verdad o no. Si suena el teléfono y la voz al otro lado dice mi nombre de forma interrogativa, me pongo en guardia. O sea, suena el teléfono. Lo cojo: "Dígame...". Y si oigo una voz que dice: "¿Mario Ornat?" , invariablemente respondo: "No". "¿Sabe cuándo estará en casa?". "Lo ignoro". A esas alturas la voz sabe que yo soy Mario Ornat y yo sé que la voz sabe que yo soy Mario Ornat. Pero como la voz no puede demostrarlo y yo resulto muy convincente para mí mismo, ninguno de los dos, ni la voz ni yo, ponemos en duda que yo no soy Mario Ornat ni de coña. "¿Es usted familiar?", preguntan entonces, como para ponerte en un aprieto. Pero yo no veo el aprieto por ningún lado. En ese estado de situación, cualquier respuesta vale porque la voz no puede pasar ya la barrera de la mentira, ni podrá. Así que me gusta responder: "Yo soy el cocinero". El cocinero me parece adecuado. Me parece lo suficientemente desconcertante como para seguir enredando la conversación con toda tranquilidad si la voz se atreve a seguir adelante. En realidad, yo no quiero que la voz piense que soy DE VERDAD el cocinero de Ornat, lo que quiero es que la voz se dé cuenta de que soy Mario Ornat haciéndome pasar por el cocinero, y que no me importa someterme a mí mismo y de paso a ella a esa absurda tesitura, porque lo que más me importa es que ella sepa pero no sepa que yo soy Mario Ornat. Os juro que este juego psicológico lo he desarrollado sin pensarlo ni medio minuto. Me sale así. De inmediato: "¿Mario Ornat?". "No, su cocinero". Y a partir de ahí no hay conversación que resista.
Si alguien me pregunta a la vuelta del verano dónde he estado de vacaciones, suelo responder países más o menos increíbles: Belize, las Islas Cayman (ésta va a ser verdad cualquier día), St. Kitts and Nevis, Groenlandia o Madagascar están entre mis preferidos... Hay que elegir bien porque ahora la gente va ya a cualquier lado, por ejemplo a China. Cuando contestas algo así, a la gente se le pone una risita nerviosa porque sufre el mismo efecto que la voz del teléfono: este tío me está vacilando, se dicen a sí mismos. Yo respondo con esa misma sonrisa. "¿Y tú?". "Hemos estado en China", contestan. "Y bien, ¿no?". "Buah, fenomenal". Fenomenal es la versión más avanzada. Fenomenal acostumbra a ser un superlativo de cojones, sustituto del superlativo moderno por definición: "Buah, una pasada". Y del superlativo moderno de la joven clase media: "Buah, lo hemos flipado... Te dan ganas de no volver". ¿De no volver aquí o de no volver a China?, me gustaría preguntar. Pero yo no pregunto. "¿Y tú en...?". "Saint Kitts and Nevis, en el Mar de los Sargazos", les ayudo. "Y ahí qué, bien ¿no?". "Horrible, todo horrible", me gusta responder. Generalmente, eso marca el fin de la conversación. Entonces me puedo volver a mi sitio.
Luego está el cruce ocasional por la calle o en un bar o en el Interpeñas o en la boda de un amigo. "Joder, tú sales en el programa ese de Antena Aragón...". "No, mi hermano. El que sale es mi hermano". "No jodas, pues os parecéis mucho". "Ya te digo". "O sea, que tú eres el que escribe en el Heraldo...". "No, ese es mi hermano, yo trabajo en Equipo". "Ah, eso. Sí, joder, si yo te leo todos los días y sales en la foto". "Pues eso...". "Ya, ya". La capacidad de sugestión no hay que infravalorarla. Hay que decirle a la gente lo que queire oír. La gente sabe que somos dos, pero a menudo no cuál de los dos. Este fenómeno de confusión no se produjo nunca hasta la edad adulta, pero desde entonces ha ganado velocidad hasta convertirse en un juego muy conveniente. No me lapidéis todavía, mi hermano hace lo mismo y más, porque tiene el don del embuste perfectamente incorporado. Yo aún no entiendo cómo se pueden equivocar incluso personas que nos han visto toda la vida, pero como ocurre a menudo ya no intento justificarme. Si acaso aprovecho según mi estado de ánimo. En el Pilar me estaba trapiñando unas migas y un vaso de vino en las ferias cuando me crucé con dos tipos que me gritaron: "¡¡¡Fernando!!!". Como el entusiasmo me da algo de temor, me defendí: "No, yo soy Mario". A lo que ellos respondieron con un grito equivalente: "¡¡¡Mario!!! Joder, somos fans de tu blog...". La puta que lo parió, esos dos elementos manejaban todos los datos. O eran más hábiles que yo y me tendieron una encerrona completita con el cebo de nombrar al otro. Manejaban información, estaban preparados. Sabían que mi hermano detesta la música -proclamación que hace muy a menudo- y que yo soy un melómano del tres al cuarto. Como si Diego Manrique y yo jugáramos en la misma liga, a continuación uno de ellos me preguntó: "¿Has oído el último disco de Radiohead?". No lo había oído. Ahora ya sí. Cualquier día os escribo lo que me parece, chicos, porque lo tengo pendiente.
En fin, toda esta digresión venía a cuento de las primarias de Estados Unidos. Las de New Hampshire. Hillary Clinton le ha ganado contra todo pronóstico a Barak Obama, lo que deja por los suelos a los analistas políticos, a los principales diarios de Estados Unidos, a los corresponsales españoles en Estados Unidos, a los contertulios de las tertulias de mañana, tarde y noche y, por supuesto, a las empresas de encuestas electorales americanas. Esto último es lo que menos me sorprende, porque al fin y al cabo las empresas de encuestas siguen a lo suyo y por más que fallen el negocio se les mantiene en pie. Y se les mantiene en pie sobre todo porque los medios de comunicación han convertido las encuestas en la base fundamental de su información política, y eso me parece una temeridad, además de un ejercicio de pereza y desinformación terribles. Es como si yo escribiera las previas de los partidos de fútbol basándome en los pronósticos de los apostadores. El resultado es éste. Yo de las encuestas no me he fiado en mi vida. ¿Por qué? Porque yo siempre que puedo, miento. Y en las encuestas, no te digo. Saint Kitts and Nevis, esa es mi respuesta. ¿Me vais a decir que no hay nadie tan cachondo como yo?
17 comentarios
Mornat -
Jeremy North -
Jere -
Para mí ya será el concierto del año, salvo que vuelvan Wilco este año...
Soni -
Buen somniloquio.
Saludos
Mornat -
fedra -
Per -
El de enfrente -
Mornat -
Aitom -
Y es que esa es una muy buena manera de defenderse ¡qué coño!. (Estoy un tanto irritado por la previsión de multas a las groserías en los bares en USA, Dios mío, qué nos quedará por ver...)
Mornat -
Respecto a 'In Rainbows', no era nada difícil mejorar Kid A, Amnesiac y el otro que no recuerdo ya siquiera cómo se llama. En éste al menos intentan hacer música de nuevo. Me gusta como resurrección y posibilidad de que en el futuro volvamos a escucharlos con el cariño y la admiración de sus primeros discos. Pero me sigue pareciendo que está muy lejos de The Bends, Pablo Honey y, desde luego, OK Computer, que me pareció un salto maestro. Me anima algo más la versión en directo que hay de 'In Rainbows': la energía del directo les agrega cuerpo a las canciones.
Jeremy North -
No creo que pueda confundirte con tu hermano, porque lo ví una vez en la redacción de Equipo cuando fuí por el tema de una página que tenemos allí semanalmente y aunque se parece mucho a tí, no sé, tenéis algo distinto en el aspecto físico...
El disco de Radiohead está mejor que los últimos 3, esos tan modernos y tan aburridos. Es como una vuelta a los tiempos del "OK Computer", pero sin tanto acierto.
Fedra -
Per -
Mornat -
Per -
Per -