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Somniloquios

El Ebro, con dos cojones


Para quien lo pudiera dudar, el Ebro ha dejado claro y sin posible refutación que es un río aragonés. Los hidrólogos (o hidrógrafos o hidrófilos ... como quiera que se llamen) lo definen como un río temperamental. O sea, un río con dos cojones. Que lo mismo se vacía y enseña las tripas como se lleva por delante las riberas y lo que se le ponga en los mismísimos. Es el caso que nos ocupa: ¿Qué río podría pegar una crecida como la actual y ponerle los ous por corbata a la Expo a semana y media de la inauguración? Un río aragonés, ninguno más. Que la Expo del agua esté amenazada de inundación me parece un rasgo muy propio de esta tierra, donde todos somos nobles tocahuevos. Incluido el río. Dado que hemos firmado un pacto no escrito para no decir ni mu contra la muestra, si es que hubiera algo que decir, al Ebro se le han terminado de hinchar las riberas, harto de que le toquen los meandros, y ha actuado por sí solo. ¿Barquitos por el Ebro? Sí, hombre, sí... A ver si tienen pelotas de levantar el azud de Vadorrey.

A resultas del fenómeno hidrológico del siglo -salvada la célebre riada de Nochevieja del año 1962, cuando el Ebro subió siete metros por lo menos y arrasó lo que hoy es el ACTUR (que por cierto, ya le llegará su hora, avisa José Ramón Marcuello en Agua Va, el espacio matinal de Radio Ebro), en la ciudad del viento se ha revelado un fenómeno notorio. Igual que ahora todo el mundo entiende de combustibles, neumáticos de lluvia, alerones y trócolas con el fenómeno Fernando Alonso, hoy por hoy todo zaragozano que se precie, incluidos los nuevos aragoneses de Timisoara, todos nos sabemos ya al dedillo cuántos metros cúbicos por segundo descarga el Ebro a su paso por el Pilar en estos días; y que con más de 400 no hay quien levante el azud; y que si en Castejón se anuncian 2.000 o más, los tendremos aquí mañana, con lo que eso supone. Y las palabras estiaje y tal están a la orden del día, en los colmados y puestos de detallistas del Mercado Central, que por cierto doy fe de que sigue oliendo como siempre por más reformas que le hagan. Lo remodelaría Calatrava, tan arqueado y tan nítido y tan limpio de líneas, y a los cinco minutos no se podría pasar por los alrededores. Una joya de la arquitectura funcional novecentista, el Mercado Central. Y del hedor secular...

En fin, que yo estoy emocionado con el Ebro, sinceramente. Qué pitera, Dios. A la Expo no le tengo un gran cariño; tampoco estoy en contra, a ver si nos entendemos. Digamos que no he desarrollado una opinión al respecto. Escéptico entusiasmo, le diría yo. Eso sí, para dejar anotada mi disfuncionalidad razonadora, me he acreditado como periodista, porque la Expo es un acontecimiento deportivo de primer orden en nuestra ciudad. Si no lo veis, ahora os lo explico: aceptado que yo jamás voy a ir a como periodista a una Eurocopa, un Mundial de fútbol, uno de atletismo ni desde luego unos Juegos Olímpicos (salvo que haga Somniloquios de pago y me lo patrocine usted, amable lector), aceptado que mi destino consiste en cíclicas desapariciones de clubes de baloncesto y descensos del Real Zaragoza con frecuencia sin precedentes históricos (uno acaba por sentirse culpable) he resuelto acreditarme para la Expo del agua como Bob Dylan. Porque en la Expo triunfamos seguro, digo yo. Y porque si están Bob, Celine Dion y una noria siria, tengo que estar yo, no cabe discusión. Yo no sé cuánto sabe Roque Gistau acerca del Ebro, pero yo me he hecho persona, o lo que sea, a orillas del Ebro, en el glorioso Centro Natación Helios, donde sigo refugiándome. El otro día fui a revisar las obras y afecciones derivadas de la magna muestra que nos aguarda. Cierto que la Expo se nos ha llevado un buen cacho del Centro, para construir esas riberitas asfaltadas con farolas verdes más feas que feas, pero lo aceptamos. El chatarrero sigue en su sitio: merecería aparecer en las postales que venden en El Mañico y tiendas similares, en lugar de aquel baturro que caminaba con su borrico por la vía del tren y le decía al ferrocarril aquello de "Chufla, chufla... que como no te apartes tú". Yo, en todo caso, estoy preocupado por la familia de patos que habitaban en los cañaverales crecidos a los pies de la piscina de las gradas. Quiero pensar que los habrán recolocado en algún juncal VPO de Valdespartera, un poco más arriba de las exclusas del Canal o algo.

Yo me imaginaba la Expo como algo mucho más salvaje y directo. Nada de pabellones. La Expo en el río: flamencos rosas de Miami donde el Náutico, hipopótamos en los alrededores del puente de Santiago, alimañas felinas y gacelas Thompson habitando las riberas y los campos de la huerta, que bajaran a abrevar al río mezclados con los bañistas; icebergs reales traídos desde las riberas del Lago Argentino en la Patagonia, para hacerlos descender en pleno agosto desde Boquiñeni hasta más allá del puente de las Fuentes, a ver cuánto duraba ese témpano en la Zaragoza estival; una familia de ornitorrincos, esos animales de otro mundo, esquiva miscelánea de pájaro, pato, mamífero y pez que habita los arroyos australianos y hace las delicias de los biólogos; y por supuesto, un buen grupito de cocodrilos de agua marina apostados aquí y allá, con una manada de ñúes del Masai Mara cruzando cada tarde de un lado a otro del Ebro, para que los niños de todas las nacionalidades y culturas puedan observar el hábil comportamiento de la Naturaleza extrema en vivo y en directo. Si los ñúes se avivasen al tercer o cuarto día de Expo y negáranse al cruce, entonces se activaría un plan de alimentación alternativo, sin perder la clave de espectáculo que debe presidir la muestra: se destinaría, por turnos rigurosamente sorteados, a los concejales de Chunta, Izquierda Unida y el PAR en el Ayuntamiento de la ciudad a alimentar con mano firme a los voraces lagartos con gallináceos y otras aves volátiles menores, para solaz del pueblo. Si una desgracia ocurriera, la ley electoral lo tiene todo previsto, tranquilos: los concejales supervivientes podrían reunirse para formar doliente grupo mixto. La ciudad ganaría mucho... Con lo del espectáculo animal, digo, no seáis mal pensados.

En fin, pero nadie me ha consultado, así que la Expo va de pabellones, funiculares e icebergs de cartón piedra a los que ahora le han puesto sacos terreros los buceadores de Bomberos, que vaya días les están dando, para que no se los lleve la corriente. O sea que sólo me queda la salida de la acreditación. Y así lo he hecho, porque tengo ya la Expo por el único acontecimiento deportivo internacional que me queda para salpimentar un tanto mi vida profesional. No fui a los Jocs Olimpics ni cuando los hicieron aquí en el país de al lado, donde la tubería del trasvase. Organizaría el conde Belloch -el cochero de Drácula- unos Juegos Olímpicos en Valdespartera y yo no iría, estad seguros.

Así que ya he enviado una fotito, mi carnet de identidad escaneado por los dos lados y el número de filiación de la Seguridad Social (que tuve que consultar qué narices era porque yo sobre la realidad legal entiendo más bien poco) y pienso presentarme este verano en el meandro cada vez que no tenga nada que hacer. Lo que suele ser frecuente. Sabéis que Belloch (pronúnciese Bé-loc, con acento prosódico, que no tilde, en la primera sílaba... Nota para los hijos de la LOGSE: sílaba es cada una de las divisiones fonológicas en que se divide una palabra. O sea, la B y la E, chavales)... Decía, sabéis que Béloc ha nombrado a Domingo Buesa cronista oficial de la Expo, y Buesa le ha prometido que será objetivo en sus consideraciones. El juramento no tiene mayor relevancia. Lo que debería haber prometido es que no será aburrido. Me imagino ese porte ágil y dinámico de Buesa contando el concierto de Celine Dion y tenemos una definición del aburrimiento digna de entrada enciclopédica... ¿A quién coño se le ocurriría sacar a Celine Dion de su dorado retiro en el Caesar’s Palace de Las Vegas, donde estaba felizmente recluida en espectáculo nocturno después de que todos sobreviviéramos al hundimiento del Titanic? Sólo una Expo aragonesa podría haber hecho algo así. Esperemos que se la lleve una avenida en la noche programada. Y el que la eligió, a alimentar a los feroces caimanes del Mara, por lo menos.

De modo que para compensar, puede que Somniloquios aporte una crónica ni mucho menos diaria del acontecimiento deportivo que se nos viene. No es seguro, eh. El hombre somniloquio es temperamental y arbitrario, como el Ebro. Yo al generoso Béloc no le prometo objetividad. Cuanto menos objetivo, más divertido.

3 comentarios

CNH -

Muy buen post. Gracias. Con un par!

Hans -

Preñada me viene de ocurrencias la entrada (a la que acudo desde Calle Lepanto), pero si debiese quedarme con una sería con la del Juncal VPO (en lo estético) y (por lo que respacta al 'deber ser') con lo de los concejales alimentando alimañas, si bien me hubiese solazado bastante más en la pérdida de apéndices.

Imrahil -

Muy buenas:

Es que, en este 75 aniversario, en el que todo lo que podía salir mal, ha salido mal, no podía faltar que lloviese a gusto de nadie. Por lo menos se ha llenado el pantano de Arguis que llevaba el pobre una temporada bastante triste.

Muy bueno el post éste tan desbordado como el río. A mi el Belloch que más me gusta es el malo de En busca del Arca perdida. Me encanta eso que le dice el doctor Jones: ¿Quieres hablar con Dios? ¿Que te parece si vamos juntos Belloch?

Saludos cordiales.