Un club vivo frente a un club muerto
El emergente Villarreal se va a llevar a Cani, perla de un club al que Soláns le ha negado cualquier vuelo, constriñéndole todo atisbo de crecimiento en el aspecto futbolístico. Un Zaragoza abocado al aburrimiento, la desgana y la desilusión.
Alfonso Soláns parece empeñado en que el zaragocismo interprete su salida del club como una liberación, el final de un secuestro de las ilusiones, la tradición y la dignidad de casi 75 años de historia. En diez años de presidencia, Soláns ha disparado contra todos esos valores como si no tuvieran ningún significado. Empezó vendiendo a Gustavo López al Celta y termina con este trabucazo de Cani y el Villarreal, un adiós que supone un epílogo terrible de su mandato, que está expirando.La gente no asume este empequeñecimiento del Zaragoza, que ya parece nada contra cualquiera. Se nota en las encuestas estos días en los medios: ¿Quieren a Víctor Fernández? Sí, dicen al unísono. ¿Les parece bien que se marche Soláns? También. La defensa de Soláns estaba basada en la resignación, que también es muy aragonesa: presuponer que era el único presidente posible porque aquí nadie más las pondría. Y otras falacias. Ahora resulta que los clubes que se endeudaban no han descendido ni desaparecido. Y que el Zaragoza acumula 48 millones de pérdidas. Y que en el Paseo de Sagasta había un tío, llamado Agapito, que las va a poner. Así que mucha gente, la que callaba apelando al provinciano argumento feudal o al espíritu del vasallaje, acepta que había más opciones. ¿Mejores? Eso se verá. Aquí hasta las farolas alumbran con escepticismo.
Empobrecimiento
Soláns deja un club al que ha constreñido al fichaje de jugadores libres (Savio, César o Celades), cedidos (Movilla), en estado de liquidación (Ewerthon), procedentes del corralito argentino (Milito, Ponzio, Toledo), descendidos (Óscar, Diego Milito) o de Segunda (Álvaro, Villa). La venta de Cani resume y concluye el estilo de la era Soláns. En los setenta, el Villarreal militaba en Segunda B y debía sortear un 131 Supermirafiori para sacar dinero. En esos días el Zaragoza era ya campeón de España y de Europa, y tenía a Arrúa. Ahora viene de rozar la final de la Champions y compra a Cani. Es la imposición de un club dirigido con viveza, dinamismo e ilusión, frente a otro de identidad en suspenso, desinteresado y triste. Este escenario muestra que aquí lo primero no es el fútbol, sino la cuadratura del círculo de los balances, el enjuague de pagarés que vencen, el urbanismo, el devaneo político. O sea, el juego subterráneo. Y Cani va por la superficie, pelota pegada a la hierba, la cabeza arriba. A veces el fútbol produce metáforas exactas.
Diario AS, 19 de mayo de 2006
[Nota: Por aclamación popular de un par de buenos amigos (y) periodistas, reflejo el artículo de hoy sobre la inminente venta de Cani al Villarreal. El Zaragoza está que arde. Mi cabeza también. No sé qué sacarán Agapito Iglesias y sus amigos, los compradores, de todo esto, ni cómo terminará su mandato Soláns... pero de momento a mí me han reventado las vacaciones y eso no se perdona fácilmente. Dejar a una chica preciosa esperando en el estribo camino de Venecia o de los embrujos de la Andalucía atardecida está rigurosamente prohibido. En todo caso ocurre al revés, según vimos bajo la lluvia en la estación parisina de Casablanca. Así que más vale que Víktor Laszlo y su gente se pongan a fichar y merezca la pena el cambio. El tiempo pasará... Lo de Cani, me temo, ya no tiene remedio. Lo de Venecia tampoco. Es la última fechoría].
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Jorge -