Blogia
Somniloquios

Tránsitos: de peluquera a presa, de presa a portada

Tránsitos: de peluquera a presa, de presa a portada

"Fame, fame, fatal fame /
It can play hideous tricks on your brain /
But still I'd rather be famous /
Than righteous or holy /
Any day, any day, any day..."
(Frankly Mr. Shankly, de The Smiths)

A Ana María Ríos la tuvieron detenida una semana (o dos, no sé, no atiendo nunca a estas cosas...) cuando iba a salir de Cancún a la vuelta de su luna de miel, porque le encontraron en la maleta balas y un detonador. A la vuelta la entrevistó Ana Rosa Quintana, siempre atenta (como una buena parte de la generación actual de periodistas) a esa entrevista de tipo humano que tanto se lleva ahora. Y esta semana, Ana María Ríos aparece en despreocupada pelota sobre la portada de Interviú, con las medias de fútbol blancas que usaba Arconada. A mí la concatenación de los hechos me fascina. Veo a la peluquera de Arcade despreocupada, sí, porque ella ahora vive "para las próximas 24 horas", como le dijo a AR con sobrevenido sentido filosófico de la vida. Es una preocupación a tiempo límite, muy conveniente, porque en 24 horas no caben ni una mínima parte de las preocupaciones que caben en toda una vida. Mejor la mirada corta. Ana María Ríos vive despreocupada como sus pechos, que se ven así un poco lánguidos, como si hubieran somatizado la mirada lánguida de su dueña, como ese huevo frito que no acaba de ser el huevo frito que queremos, no tiene las puntillas ni la lozanía de los grandes huevos fritos. La peluquera en luna de miel emergió del infierno con una humilde coletita y los ojos hundidos como avellanas en un fondo de arena. Una sombra de brillante maquillaje le perfila ahora la cara porcelanosa, para borrar del rostro la ceniza de la celda mexicana.

A veces pienso que las cosas les ocurren a las personas adecuadas. Salir de la cárcel y posar en Interviú a cambio de 90.000 euros suponen ahora hechos correspondientes en la vida de Ana María Ríos. Una cosa lleva a la otra. Esto no pretende ser una reflexión moralizante, claro, lo que me sorprende es la tramoya que mueve este país, en el que uno va a la cárcel en Cancún por un delito ajeno (presupongo) y luego sale y luego las revistas le ofrecen posar, y después ella acepta y en las líneas que acompañan a esas fotos del cuerpo derramado dice, o le hacen decir: "Me dio más vergüenza que me vieran detenida que posar desnuda". Buen razonamiento. Pero no se trata de la vergüenza, ni de la moral, ni siquiera del desnudo. Me extraña la valentía que reúne la gente para venderse. Yo no tengo sentido del negocio, ni valentía. No sé si esta chica piensa que su vida volverá a ser la misma después de esto; no sé si lo pretende siquiera. Supongo que no. Tal vez su vida cambió tanto con la experiencia en Cancún que ha logrado relativizar cualquier decisión, cualquier acto, y desde luego todas y cada una de sus consecuencias. Yo no quiero juzgarla, lo que querría es comprender cómo funciona la cosa humana en este país, porque cada vez entiendo menos, y mira que no me entiendo ni conmigo mismo. A mí vino a buscarme una vez la revista Interviú y me deshice de ellos a toda velocidad, porque entreví que esa visita incluía un peligro que no estaba dispuesto a correr, ni yo ni nadie cercano. El chivatazo lo dio una elementa que trabajaba en el mismo sitio que yo, una señorona a la que en cierta ocasión pillé haciendo de voyeur en su balcón de forja, mientras yo me sentaba abajo, en unos bancos próximos, a tomar un helado con una chica a la que quería. Los hechos se corresponden, el voyeurismo y el soplo, digo. Vinieron los de Interviú y no me buscaban a mí, en realidad buscaban a una persona próxima en cuya vida pretendían hurgar. Mi hermano y yo le dijimos al periodista lo que había. O sea, que no había nada. Que volviera por donde había venido. A veces uno se alegra de tener una figura relativamente disuasoria.

De aquel episodio permanece la deuda con un desgraciado que -a lo mejor como Ana María Ríos- se hizo más notorio que famoso. En privado ya resultaba notorio por su cretinismo. Formó parte de este cuadro de patéticas vanidades que han pintado las televisiones, como ahora forma parte la cara de loza morena de Ana María Ríos. La peluquera de Arcade. La casada en luna de miel. La presa de Cancún. La chica en Interviú.

3 comentarios

alex -

q tetas, me gustaria chuparlasss!!!!!

Mario -

¿Ha repartido los 90.000 denarios de plata entre sus solidarios convecinos?

alex -

Un día vi la noticia en un telediario, y mira que es raro que yo vea un telediario, y al ver algo turbio en la peluquera imaginé una peliculita: la chica modesta que sale por primera vez del pueblo, la detención, la movilización de sus paisanos, que incluso ponen dinero para pagar la fianza, la absolución y el regreso... Pero poco a poco Ana María ofrece síntomas de opulencia, se muda a Madrid, se divorcia... Se reabre la investigación por indicios claros de que realmente era culpable pero ella burla la justicia y se fuga a Laos (como Roldán). Todo ha salido bien, por los pelos, pero al llegar a Laos, le miran la maleta en la aduana y... Mira que no prever lo de Interviú.