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Somniloquios

Yo soy el Diogo

Yo soy el Diogo

El otro día le oí a alguien preguntarse para qué iba a pagar tres millones de euros el Zaragoza por Diogo, si tenía a Chus Herrero. A veces los periodistas decimos cosas increíbles. Desde luego que debe haber una cierta discriminación positiva con los futbolistas de casa. Es justo que sea así. No sólo eso: además se hace necesario por motivos de identidad y de estrategia financiera del propio club. Durante años una buena parte del problema consistió en la discriminación positiva centrífuga, reservada para mediocres jugadores que venían de fuera. Hay que querer y cuidar a los chicos de casa, pero juzgar el conjunto con severidad. Hace años se decía: "¿Para qué quiere el Zaragoza a Fernando Cáceres si tenemos en casa a Pedro Fuertes?". Para nada. A Cáceres no lo queríamos para nada...

Ha vuelto Diogo y ha vuelto para ganarle al Barcelona, victoria que de un tiempo a esta parte me produce un gusto especialísimo. Soy un converso. Debe haber algo patológico en todo esto, porque a mí siempre me ha gustado (en algunos momentos, mucho) el Barcelona. Esa pasión adolescente cedió después bastante, y desde hace tiempo cada vez disfruto más cuando le gana el Zaragoza. Debe de ser una censura de mí mismo, una penitencia por pecaminoso. Me da más gusto derrotar al Barça que al Madrid, y mira que me gusta que al Madrid le gane cualquiera... Parece que el Barcelona anda algo extraviado últimamente, con un cierto agotamiento que se manifiesta con claridad en los partidos decisorios. Pero yo no enterraría el modelo todavía. Eso sí, el Barcelona no puede pretender sostener su dominio en el favor arbitral (que le ayuda mucho, a veces no tanto como se dice y otras bastante más de lo que se dice...) y en fichajes como Ezquerro o Gudjohnssen. El Madrid se está deshaciendo sí, y no puede llegar muy lejos: ayer hubo un "va fan culo" de Guti a Capello que explica casi todo. Pero controlar a la España de las autonosuyas requiere mucho más, que aquí nadie se chupa el dedo. El duelo ya no es sólo contra el Madrid. Para ganar en Europa, no hay ni que hablarlo. En Rijkaard, el hombre es el estilo, pero un estilo no hace a un entrenador. Está lejos de ser un técnico preclaro o infalible. Convengamos en que uno no se puede equivocar demasiado con plantillas como éstas, pero hay pequeños errores más o menos decisivos. El largo empeño de Rijkaard contra Saviola lo deja claro. Ahora me resulta rara esa tendencia a utilizar a Iniesta de falso extremo derecho, en lugar de Giuly, un futbolista que entiende el juego de forma estupenda sin la pelota y que es directo como un rayo de luz con ella. Una cosa es la bomba adolescente de Messi y otra el niño de Los Otros. Su inteligencia está para otra cosa: ahora que había cruzado el Rubicón de todos los centrocampistas modernos y estaba metiendo goles, lo envían a la Siberia de cal. Esa decisión la tengo por una concesión excesiva.

El Zaragoza está mejor de lo que nosotros mismos nos pensamos o queremos admitir. Se le juzga con un celo excesivo, cosa que no es nueva por aquí. Creo que, a falta de otras virtudes y de la claridad del gol, pone en el campo dos méritos básicos: una seguridad defensiva que no conocíamos en los últimos años (y dos laterales formidables en su incorporación al ataque), más el esfuerzo generoso y solidario de todos los jugadores de arriba. De D'Alessandro, de Sergio García y Diego Milito, de Óscar ayer y Lafita otros días... Tenemos al Zaragoza por un equipo bonito y olvidamos estas otras virtudes, que tienen bastante más importancia que la pura estética. Al Zaragoza le falta ahora mismo juego en el medio. Zapater, sobre todo sin Celades, debería querer más la pelota y jugarla con mayor sentido táctico: tenerla, conducirla, sobarla, darla o guardar... Ha de dar ese paso, controlar más el tiempo, manejar el partido. Zapater no puede ser un jugador de paso, más aún si no está Celades. Al equipo le falta un gran centrocampista, porque Celades anda en la temporada de que no. Y Piqué hace lo que puede en esa zona: el domingo pasado, con el Deportivo, en algunos momentos se sintió tan incómodo como un flamenco en un campo de minas.

El fichaje de Gustavo Nery no va a añadir a un futbolista espectacular o decisivo, pero sí agregará al Zaragoza alguna posibilidades muy importantes. Primero, un recambio para Juanfran, que por cierto lleva aguantando con cuatro tarjetas desde la visita a San Mamés, a finales del año 2006. Segundo y sobre todo, la posibilidad de que Víctor lo use como volante por la izquierda y eso libere a Aimar hacia el medio. Aimar tiene problemas para interpretar la transición que tan bien hace y tanto le gusta. Si parte desde la banda en el medio campo, se ve obligado a conducir en exceso para tomar el carril central, donde él verdaderamente se pone peligroso, compromete a los defensas y activa esa capacidad de repentización para el pase o el disparo. Lo mejor de Aimar este año lo hemos visto en sus visitas a ese carril. Han terminado con pases de gol o con disparos propios de media distancia. No sería raro que con Nery el Zaragoza revisara su dibujo. Habrá que verlo. Mientras, hay tiempo para rumiar la victoria de ayer, siempre gustosa, y prepararse para la vuelta, que no será moco de pavo. Y enderezar el camino en Montjuïc, si puede ser. El Espanyol sin De la Peña, sancionado, no tiene el mismo vuelo. Y no creo que esta defensa le vaya a permitir a Tamudo el despliegue de la final de Copa.

Y sí. La victoria de ayer hizo un magnífico día, para qué engañarnos. De las cosas menos importantes de la vida, el fútbol quizás sea la más importante de todas.

2 comentarios

Pako -

Como siempre soberbio artículo Mario. Yo creo que el fichaje del charrúa Carlos Diogo ha sido el más trascendente en una banda que hacía aguas desde hace años. Un jugador polivalente, ágil, hábil con el balón, con llegada y con gol. Magnífico fichaje, desde luego.

Ana Lahoz -

El sueño continúa...

El 28 de febrero hay quien dirá adiós a la Copa un año más... ¡Sí señor! :)