Una abuela en camisón
Hay dos o tres sitios donde el silencio es una ley: los hospitales, las salas de cine y el tenis. Pero sólo en el tenis se respeta. Los hospitales ya sabemos, no hay más que ver el ruidito de fondo siempre en Hospital Central, esa serie... Y respecto al cine, las salas se preocupan mucho de poner anuncios para que apaguemos el móvil y enchufemos el contestatario automático que llevamos dentro (patrocinado por las compañías telefónicas, claro), pero nadie se preocupó jamás de vigilar el silencio humano, que es mucho más molesto y habitual que los politonos. Estuve a punto de liarla la otra noche con una parejita que se pasó la película hablando. Pero no de ratito en ratito, no. Toda la película. O sea, la hora y media completa. Venga a cascar de sus cositas, en ese tono medio que tan bien estudiado tienen estos hijos de puta, ese tono medio que viene a ser como un zumbido de fondo monocorde, sin estridencias gamberras, muy cuidado, muy en su sitio, muy profesional. Ese volumen que te permite oír la película como para que no tengas argumentos, como para que tu razón de protesta parezca exagerada, hija de un maniático obsesionado por los que hablan en el cine. Lo hacen así. Luego se irán a tomar algo a un bar y se quedarán en silencio, los desgraciados. Estuve a punto de ir a buscar a un acomodador, pero cualquiera encuentra un acomodador hoy en día en un cine. La verdad, yo pondría guardias civiles patrullando los pasillos de la sala. En serio. Guardias civiles no te digo yo con ametralladora, pero sí con la capa antigua y el tricornio de charol endurecido, las botas y los correajes bien negros de betún rutilante, y paseándose arriba y abajo despacio, que se les oyeran los pasos pero muy de fondo, en el volumen exacto de una advertencia. A ver si tenían huevos de hablar entonces, a ver. Pero no, en los cines ya no hay autoridad.
En fin, que me metí a ver [REC], cumpliendo ese código de vida que me impuse hace ya algún tiempo y que consiste en hacer primero las cosas que más miedo me dan. En realidad no sé por qué fui a verla; y después de verla, aún lo sé menos. Lo voy a decir rapidito para que no queden dudas: [REC] me pareció una cosa ridícula. Tres días después me sigo preguntando qué es lo que se supone que da terror de esta película, y ya no digo terror sino un poquito de miedo. Me pareció todo tan primario, tan simple y tan previsible como la cueva del terror de las ferias. Esa abuela ensangrentada en camisón al fondo del pasillo, la verdad... era de risa. Pero no hacía ninguna gracia. La escena final con los infrarrojos y la peluda anoréxica me recordó a los momentos definitivos de El Silencio de los Corderos, cuando Buffalo Bill tiene encerrada en casa a Clarice Starling en la más completa oscuridad. Esa escena sí que me dio miedo y aún me produce una impresión angustiosa cuando la veo, y la he debido de ver cien veces. Me acollona la mirada desvariada del asesino y Jodie Foster me hace sentir el terror de alguien que sabe que está a punto de morir en un sótano oscuro, a manos de un depravado sin conciencia de la realidad. Tal vez la diferencia esté en los actores, en las miradas, en su capacidad para interpretar el miedo. Para convencerme del miedo y clavármelo dentro no basta con que aparezca una vieja sin sujetador y el pelo hecho un desastre o con que el guión nos lo diga. Hay que comunicarlo. Hay que transmitirlo. Los actores de [REC] (porque a personajes no llegan; y por cierto, hay otro de esos policías increíbles de los que ya hablé) gritan mucho, gritan todo el rato. Desconocen el peso y el valor de los silencios. El silencio es como las elipsis, un arte fugaz que no todos los realizadores y guionistas pueden alcanzar. El peso y el valor de los silencios están perfectamente explicados en La Delgada Línea Roja, una película de guerra y destrucción (a todos los niveles) en la que nadie levanta la voz durante tres horas; una maravilla de Terrence Malick que aún me parece portentosa y que a casi todo el mundo le pareció un coñazo. Será el alma de poeta. [Inciso: la foto de arriba a la derecha pertenece a Malas Tierras, precisamente de Malick. Uno no se puede morir sin verla, en serio. Yo ya la he visto, así que estoy salvado... Además, estudié en la universidad del Opus, mis padres ya pagaron la cuota para que yo zafe del infierno].
Sinceramente, estoy preocupado. Creo que mi escepticismo vital ha alcanzado tales niveles que soy ya directamente incapaz de creerme este tipo de historias. Los actores gritan mucho y dan mucho susto, pero de lo mal que funciona todo. Me importa un huevo lo que les pase a sus personajes, incluida la periodista listilla que compone un tópico muy habitual de esos directores que quieren "criticar la telerrealidad y los excesos del periodismo". "Vimos que para que el espectador viviera el miedo desde dentro, lo mejor era prescindir de las convenciones, el montaje y la música, y fue entonces cuando pensamos en la televisión", Algún día un director debería hacer una película que criticara los excesos de egolatría e importancia que se dan estos directores tan discursivos, siempre tan pendientes de diseccionar la realidad que los circunda en lugar de hacer películas con un mínimo decoro, orden y concierto. Siempre con la palmadita en la espalda de los propios periodistas, que jalean sus conclusiones y las dan por buenas. El productor del filme, Julio Fernández, se pone aún más estupendo y asegura que "Balagueró y Plaza utilizan el terror para lanzar una crítica al tratamiento que hacen algunos medios de las noticias, para reflexionar sobre hasta dónde pueden llegar las televisiones, que eso sí es terrorífico".
Chatos, lo que es terrorífico es pagar seis dracmas o más por ver estas cositas que os sacáis de la facultad de cine o no sé de dónde. Lo terrorífico es que os dais más importancia que una mierda en un solar. La televisión es gratis, amigos: uno puede cambiar sobre la marcha y hasta apagar. Con vosotros no hay remedio, te tienes que quedar. La guardia civil se os debería llevar con la parejita de loros de allá a la izquierda. Con tricornio y capa. Con dos cojones.
En serio: da más miedo el tren de la bruja. Si a la abuela de la foto la subes al tren de la bruja, ahí sí, puede ser. En una pantalla de cine, no. Que no.
9 comentarios
Rafael Castillejo -
www.rafaelcastillejo.com
Zitor -
Ya tengo de camino las dos de Malick. La verdad es que este director se ha prodigado tan poco que ya casi le apetece a uno ver todo lo que ha hecho. Vosotros lo tendréis más difícil con la que yo proponía, solo la encuentro en VHS vía amazon. Y en p2p sólo la he visto en karagarga, en VO sin subtítulos. Una pena porque los diálogos son importantes en esta película. Aun así me apetece tenerla. Os dejo un enlace a la wikipedia sobre la película:
http://es.wikipedia.org/wiki/'Night,_Mother
davicius -
Mornat -
Zitor -
Si a eso se ha reducido el papel de un director de cine no debe extrañar el resultado.
Una lástima, porque la publicidad que le han hecho en la tele me pareció lo suficientemente original como para que me la apuntara en la lista de pendientes. Borrada queda.
Por contra me prometo volver a ver La Delgada Línea Roja, soy de esos a los que les pareció aburrida, para reafirmarme en mi opinión o comprobar que un mal día lo tiene cualquiera. Y también me apunto para Malas Tierras, que no he tenido el gusto. A propósito de la imagen, siempre que veo a Sissy Spacek me acuerdo de una película suya que me asustó bastante, Buenas Noches, Madre. Las últimas horas de una hija que habiendo decidido suicidarse al final del día, le explica las razones a su madre a la vez que le deja instrucciones sobre lo que deberá hacer para seguir viviendo sin su ayuda. Aun me dan escalofríos.
Mornat -
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