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Somniloquios

Hasta el rabo todo es toro

Real Zaragoza, 3-Recreativo, 0
33ª Jornada de Liga

Lo malo de venderle tu alma al diablo es que, cualquier noche, vuelves a casa de tomar algo y te lo encuentras pelándose un huevo duro en tu sillón orejero. Y a ver quién lo convence entonces... El Zaragoza lo logró. En la noche en la que venía a buscarlo el ángel caído, se arregló para endosarle la factura al Recreativo y salió pitando con el corazón batiéndole el pecho por el lado del escudo. El corazón, que en el fútbol se llama intensidad, carácter competitivo, esas cosas que le habíamos visto al Recreativo contra el Barcelona y en los últimos partidos, y que hacían temer a un equipo muy diferente. El suyo fue un defecto teórico castigado de forma violenta por un Zaragoza que recuperó su alma, lo cual es tanto como decir la esencia. Y la esencia estaba en la actitud, desde luego, pero también en la apelación a los valores originales, lo único que acostumbra a funcionar. Queramos o no, lo de los dos delanteros constituye la radical naturaleza de este equipo, por desequilibrada que nos parezca. A la vuelta de una búsqueda encomiable, Manolo Villanova entendió el principio que el doctor Lecter le recordaba a la agente Starling: simplicidad, Clarice, simplicidad.

El Recreativo, para culminar esa vuelta del Zaragoza al rock de guitarras de toda la vida, eligió un mal día para perder a Martín Cáceres o a Quique Álvarez. Las ausencias en el fondo suponen un peso enorme para un equipo en las circunstancias del Recreativo. Si lo sabrá el Zaragoza... Uno miraba ayer a Sergio cabecear por arriba y meter por abajo y se preguntaba, con todo el derecho del mundo, si el Zaragoza hubiera caído tan bajo como lo ha hecho con el asturiano en el campo. Zambrano cometió un cierto pecado de incontinencia. Además de que le faltaba su mejor hombre atrás y de que tenía al desesperante Edu Moya, envió su línea defensiva a 40 metros de Sorrentino. Una temeridad añadida que interpretaron muy bien Aimar, sobreexcitado, valiente, comunicativo, líder con la pelota y con los gestos. Y también Celades, que de cuando en cuando recuerda al jugador descubierto por Cruyff hace años. En un medio campo de pierna flaca, el catalán Celades (nació en Barcelona aunque viva en Andorra, coño!) se hizo dueño del reloj del partido. Óscar apareció con mayor fugacidad y Gabi le recorrió a la noche todas las esquinas, en una estupenda asimilación de las tareas del actor secundario. Alimentados por ellos, Sergio García y Oliveira aprovecharon los errores visitantes para poner al Zaragoza 2-0.

Naturalmente, todo el partido quedó definido por esa entrada febril del equipo aragonés. Enfrente, el Decano expuso una desgraciada blandura atrás y se sometió a una condena inevitable. Nunca sabremos si hubiera podido ser otro, pero hay que convenir en el demoledor efecto de las ausencias y en la rotundidad defensiva del Zaragoza al otro lado: frente a Marco Ruben, ensombrecido bajo la luz de su encuentro contra el Barça, y Sinama. El francés libró una batalla imposible en la que Sergio le negó cada balón y Ayala le recordó de todas las maneras posibles, a cual más despiadada, quién tiene el mando en la plaza. No nos tome nadie por pendencieros, pero qué bien pega Ayala... 

Regalos
El problema del Recreativo estuvo en que tal vez quiso ser dique antes que cuchillo; esperar y resistir la previsible efervescencia inicial del Zaragoza, para luego ir modelando el partido a su menor apuro. No le dio tiempo a comprobar lo adecuado de esa postura. A los 90 segundos Edu Moya, y a los 20 minutos Iago Bouzón, les regalaron sendos balones a los puntas del Zaragoza en los alrededores del área. El primero lo jugó a toda velocidad Aimar por fuera, lo cruzó Oliveira al punto de penalti y lo terminó Sergio García con un toque sutil de izquierda, cambiándole la dirección. En el segundo, Oliveira huyó contra Sorrentino y lo batió con una delicadeza mortal. No fue un disparo y tampoco se le puede decir toque: se pareció más a un putt cuidadoso tirado sobre la augusta hierba de Augusta.

Esa descomposición inicial  arrastró al Recre y lo sacó del encuentro. El ambiente en La Romareda tenía la espesura de las noches cerradas, pese a que la claridad no se desvaneció del todo hasta entrado el segundo tiempo. Hervía en la grada un fervor que Pablo Aimar, futbolista de alquimias diversas e ilustradas, licuó en el vidrio de su cuerpo, para convertirlo en fútbol arrojado y vivaz. El Cai tenía de nuevo esa energía vivaz e ingrávida de un Errol Flynn en las aventuras de Robin Hood. Puso tanto el argentino que bordeó el precipicio de su resistencia: primero lo amenazó el pubis tras un espagar desordenado, al disputar el balón con fiereza; luego la rodilla lo hizo claudicar. Aguantó cuanto pudo y se fue herido, pero sobre el fondo de un aplauso, como los toreros que se arriman. Aimar es la voz del juego. Con él todo es otra cosa.

¿Y el Recreativo? Bastante tuvo con sostenerse frente al batallón desaforado que fue el Zaragoza. Apenas amenazaría con tres faltas de Martins al borde del área, pero todas mal resueltas. La doble amarilla a Marco Ruben, que pegó dos patadas locas en medio minuto, dejó el partido hecho. El equipo de Zambrano lo aceptó, de forma tácita. No encontró por dónde entrar en la rueda, ni siquiera cuando tomó a su cargo la pelota en el segundo tiempo, aprovechando que el Zaragoza se ponía cínico: a manejar, a tocarla, a jugar con las faltitas de un Undiano primero casero y luego descompensado. Lo que no pudo hacer por la vía del juego lo buscó por la del turco Eser Martín, un futbolista tan grande que parece Tiburón, aquel animal con dentadura metálica de las películas de James Bond. Vicente y Ayala dejaron al Zaragoza con nueve, lo que le agrega a la victoria un punto trágico, inevitable: en Montjuïc, el Zaragoza jugará sin Sergio ni Ayala. Para entonces, Oliveira ya había cabeceado el 3-0.

Esto no ha terminado. En realidad, sólo acaba de empezar. Quedan cinco semanas y el diablo aguarda el cobro, pelando su huevo con la uña del meñique. Se parece un poco a Robert de Niro.

Diario AS, 20 de abril de 2008

8 comentarios

Mari -

¿Habeis visto alguna vez atragantarse con un huevo duro?... dejad que lo siga pelando, que mientras, sin que el se entere, nosotros pelearemos por recuperar nuestra alma, en el mismo tiempo que la vergüenza ahogue al quien nos la robó y la vendió...

joan carles -

Digo cinco minutos; son cinco segundos. Así se entenderá lo que quise decir

joan carles -

Bien regresadas las crónicas de fútbol a los somniloquios. Y bien regresados nosotros a las crónicas de fútbol. Las tuyas, tan diferentes, tan embriagadoras. Y que bueno es poder discutir si Milito y Oliveira han de jugar juntos o no, y dónde Sergio. Hay posibilidad de combinar. Y de cambiar. Y cómo nos viene que haya vuelto. Con qué ganas. Con qué valentía. Y tan dispuesto a liderar antes, durante y después del partido; con balón y sin él, con el fútbol, la palabra y el gesto. Y siempre con el talento de aquél por cuyo cerebro pasan las jugadas cinco minutos antes que en la realidad. Es tu debilidad, mario , y tambien la mía, desde hace años. Y uno no se explica por qué hay tanta gente que se niega a ser seducido; que no están dispuestos a aceptarle; que hasta disfrutan con sus malos momentos. Lo ha pasado muy mal. Y ya se ha levantado. ¿Hace falta nombrarle?. No le gasto el nombre: lo vamos a corear de aquí al final.Que sea para muy bien. Suyo, de todos, del Zaragoza y del futbol.

Imrahil -

Muy buenas:

No te falta razón (sobre todo en el apunte de tu amigo). Al final uno funciona según su ser y Oliveira es egoísta y desde su egoísmo mete goles. Si se pone a ser solidario no le sale bien. En una pared con Milito a él lo que le sale es buscarse la vida y disparar a puerta. Si se esfuerza en jugar con el compañero, se disipa y le falla la puntería. De la misma manera que Milito, como punta solitario, pasa apuros.

En cualquier caso, mucho más agradable, hablar de estas cosas que lamerse las heridas de la derrota.

Saludos cordiales

Mornat -

Lo de los dos puntas es muy opinable. Aquí nadie ha de liberar a nadie porque la presión comienza arriba y es cosa de todos. Milito y Oliveira son primeros puntas, sí, pero recorren caminos diferentes, tienen modos distintos de comportarse. Diego 'postea' más y mejor, Oliveira prefiere los espacios abiertos. Mezclarse bien depende de su actitud. Si los dos se quedan parados arriba, como ha pasado en algunas ocasiones, no hay nada que hacer. Pero también ha habido un tramo de la temporada muy provechoso con ellos dos en punta. Con García esa mezcla resulta más sencilla, es cierto. De todos modos, como dice un amigo, lo mejor del fútbol es que al final todo el mundo tiene razón alguna vez...
Abrazos.

Imrahil -

Muy buenas.

Se ve que la emoción del momento te ha inspirado, enhorabuena por el artículo. En cuanto a lo deportivo, me preocupa que la presión de los medios fuerce a Villanova a volver a juntar a Milito y a Oliveira. No me parece mal el 442 siempre y cuando de segunda punta esté García. Da más equilibrio al liberar a Milito u Oliveria de presionar arriba y los mantiene más frescos cara al gol. Sin embargo Milito y Oliveria no mezclan bien, son dos primeros puntas y ninguno termina de ceder o de adaptarse al rol de segundo delantero. Ya se que han metido bastantes goles, pero el equipo no acababa de despegar.

Saludos cordiales

Sergio -

Simplicidad, Clarice, simplicidad. Qué cierto. Estaba leyendo una entrevista que le hizo el AS a Muñoz, el de La Máquina de River, y al final del reportaje el periodista le agradece y Muñoz (87 años) contesta: "No, he pasado un rato agradable. Sólo le pido una cosa: dé un saludo muy afectuoso a Di Stéfano porque le tengo un gran aprecio". Es lo mismo. Ese pedido final (¡como si el periodista le hiciese un favor!) y ese sencillo saludo a su viejo compañero desde Buenos Aires medio siglo después explica por qué se sigue hablando de La Máquina. Debían jugar así. Tomala vos, damela a mí. Si hay un hueco, pateo; si estoy tapado, te la paso. Parece facílisimo y sin embargo...
Muy inquietante el comentario sobre las bajas defensivas, ya tengo los nervios de punta para el domingo con las suspensiones de S. Fernández y Ayala. Más vale que le levanten la pena por lo menos a uno. Prendamos todas las velas.
Saludos

Miguel -

Felicidades por el blog en general y el post en particular.Ciertamente, con el aliento del descenso en el cogote, echar las campanas al vuelos sería una temridad. pero la jornada parece trasmitir un cambio de ciclo: se acabaron nuestras desgracias; es la hora de las desgracias ajenas!