Radiografía del cáncer
Juro que estoy absolutamente desconcertado con el Zaragoza. Una de las tareas más ingratas del periodismo, por ilógica, es la búsqueda de culpables y la inflación permanente de análisis. Cada lunes hay que contar y recontar un partido como si ese partido estableciese una línea absoluta de razones y argumentos; como si un partido diera todas las respuestas acerca de los problemas o las virtudes de un equipo, igual que si expusiera todos los síntomas y permitiera vislumbrar cada solución necesaria. Y no es así. La cuestión Real Zaragoza me parece intrincada. Uno puede apreciar los síntomas con cierta facilidad; lo verdaderamente difícil es diagnosticar la enfermedad subyacente. Cuando alguien me pregunta qué le pasa al Zaragoza, estos días contesto: qué es lo que no le pasa. Pero luego llego al AS y tengo que contestar a la pregunta en la forma de una página. Algo así traté de hacer ayer. No sé con qué resultado, porque yo soy escéptico. A lo mejor sirve al menos para debatir.
Demasiados problemas en muy poco tiempo
- El equipo inexplicable El Zaragoza está en condiciones ahora mismo de enviarnos al diván a todos los que lo observamos. Se comporta de modo tan errático, comunica un grado de inconsistencia o de desorientación tan evidente, se parece tan poco a la idea que nos habíamos hecho de él, que cualquier juicio parte del desconcierto. No se trata de qué le pasa al Zaragoza; en realidad, la pregunta hay que reformularla desde el lado contrario: ¿Qué es lo que no le pasa?
- Recuperar valores La temporada se ha torcido muy pronto. Hay problemas de rendimiento, de funcionamiento colectivo, de solidaridad, de actitud, de entendimiento entre futbolistas, problemas en la elección de los jugadores, problemas de disposición física, de ritmo de juego, de velocidad de la pelota, problemas de orden táctico, problemas de fragilidad mental y problemas de declaraciones altisonantes. En resumen: metástasis en toda regla, una proliferación de disfunciones que da para un catálogo. Demasiados problemas en tan poco tiempo, pero mucho margen para solventarlos. El equipo y su entrenador deben recuperar valores que están ahí, aunque parezcan olvidados: honestidad, autocrítica, amor al Zaragoza, serenidad, menos orgullo en los micrófonos y más vísceras en el campo. Unidad. Mucho análisis de puertas adentro. Disciplina en los modos y en la búsqueda de los objetivos. Lógica en las decisiones. Esas cosas no se logran con una valla contra la Prensa; lo que hace falta es un espejo en el vestuario.
- El fútbol sin la pelota El Zaragoza siempre quiere la pelota, pero debe aprender a jugar sin ella. En realidad, ha de acordarse cómo hacerlo, porque el año pasado lo hacía. El principio de Víctor sigue siendo el mismo, pero el rigor en su aplicación ha decaído de modo fatal. Los puntas no molestan, los de afuera no ayudan a los mediocentros (ni hacen de interiores ni hacen de extremos), que reman en campo abierto; y los laterales se van mucho, pierden pelotas y regresan con escaso celo. En manos de un rival veloz, el Zaragoza es un muro de flan. El equipo tiene problemas de contención y balance defensivo graves. Aparece estirado, laxo y lento. Necesita juntarse más desde el fondo, y eso es cosa de los centrales. La escena de un balón ventajoso a la espalda de la zaga o la llegada en estampida del contrario son habituales. Lo retrataron el Barcelona, el Atlético y el Sevilla, aun a pesar de la victoria.
- Cambios obligados El equipo precisa una catarsis animada por este principio: un problema intrincado también puede atacarse con soluciones de apariencia simple. Por ejemplo, no tocar lo que funciona (Sergio García y D'Alessandro) y revisar lo que no anda. Media alineación está en entredicho, y no sin motivos. Víctor debería pensar en el cambio de los laterales: Juanfran y Diogo fueron formidables el año pasado, cuando marcaban la diferencia en los rangos intermedios, ahí donde los buenos equipos se distancian de los apañados. Ahora su efervescencia la niegan la imprecisión y el desorden. Habría que preguntarse también por el perfil de los centrales: no es seguro que Ayala fuera a mejorar en el lado izquierdo, pero sí parece obvio que Sergio lo haría en el derecho, donde hizo un año pasado excepcional. Con Aimar todo es opinable. Uno cree que si no juega de media punta los argumentos para su titularidad adelgazan, pero Aimar siempre nos va a parecer más una solución que un problema. Arriba, por fin, hay que hacer algo y en serio. Hoy por hoy, lo más serio es que juegue Sergio García. Y de lo demás ya hablaremos.
23 de octubre de 2007
www.as.com
18 comentarios
Sergio -
joan carles -
Mornat -
Jeremy North -
Mornat -
jcuartero -
No sé si el Prozac da positivo, pero por lo menos una buena sesión de psicoanálisis para los jugadores y para el cuerpo ténico. Nosotros los aficionados también la necesitamos. No hemos podido superar las jornadas que estuvimos el año pasado en puesto de Champions. Va a haber una larga cola para tumbarse sobre el diván.
Mornat -
Respecto a lo de Sergio, yo lo tengo claro: en enero hay que repatriar a Piqué como sea. Es la opción más factible y adecuada. E insisto en devolver a Sergio al lado derecho de la defensa. Más mediocentros no lo veo probable: ya hay muchos. Y no sé si en invierno quedan de esos buenos buenos. Mascherano fue la gran ocasión del año pasado, y no se concluyó.
davicius -
Por cierto, igual es una barbaridad, pero en vez de adaptar los jugadores a un sistema, ¿no sería mejor pensar en un sistema en el que estuvieran cómodos tus mejores jugadores? Hay veces que los entrenadores se empeñan en cosas muy raras (ojo, a mi Víctor me parece un buen entrenador). Por qué no sacar una línea de tres delante de la defensa: Zapater, Luccin y Gabi (Matuzalem cuando esté recuperado) y Aimar delante. Igual de esa forma se termina la inconsistencia defensiva y se logra más creación....
Sergio -
Saludos
Pdta: No conozco a D´Alessandro, pero como vengo del mismo lado del Atlántico aclaro en su defensa que la frase "Te voy a matar!", dicha en medio de una calentura entre compañeros, no se entiende literalmente como una amenaza de aniquilación sino como una expresión de mucho enojo. Quiero decir que ni Aimar pensó que el otro le pegará un tiro, ni D´Alessandro tuvo planeado asesinar al Cai en un callejón. Eso no quita que deba sofrenar un poco su temperamento, sobre todo porque casi siempre le termina jugando en contra.
Mornat -
joan carles -
Y ya que, sin citarlo, hablamos de Aimar, ¿No te parece una injusticia clamorosa que haya pasado en cuatro semanas de liderar, jugando como los angeles en su sitio y haciendo jugar a los teóricamente perjudicados por su posición, también como los angeles, al banquillo -pero el de los acusados,el previo a la lapidación- habiendo pasado por la banda sin apoyos y por la vergüenza pública de una agresión aplaudida? ¿Se lo merece?
Nacho -
Yo voy a abusar un poco más. Aimar se queda. Sergio G. entra en ataque. Y los dos centrales también se quedan, aunque cambiados de sitio. Pero aparte de los laterales, ¿quién se va y quién entra en el centro del campo? De repente el equipo da una sensación de endeblez que da miedo. No parece que se le pueda encargar a Celades arreglar esto, no? Y Gabi y Oscar no son jugadores para dar consistencia a los problemas defensivos. Está complicada la cosa, no? Vamos a pasarlo mal?
Mornat -
alex -
Nacho -
procuro seguir al Zaragoza, desde Madrid, a través de tus notas en as, que suelen ayudarme a formar mis opiniones sobre el equipo, para qué negarlo. Por eso te ruego que me ilumines: ¿No podrías por favor ser más explicito sobre Aimar? No digo en el periódico, sino aquí mismo, en este pequeño debate que se ha montado. Recuerdo tu perfil del muchacho (El enigma de Aimar, creo que se llamaba) y me entusiasmó, tanto por la forma como por el fondo. Veo que ya hay voces que piden que lo sienten. Tú dices que tiendes a verlo más como una solución que como un problema. Creo que Valdano dijo algo parecido en una de sus columnas sobre Raúl. Discutir a según qué jugadores es un poco atrevido, me parece. ¿Está Aimar entre tus cinco cambios?
Gracias por adelantado y enhorabuena por el blog.
Mornat -
Jeremy: yo también querría jugadores menos chisposos. Nos hemos creído tanto eso del 'estilo que gusta en La Romareda' que hemos acabado por caricaturizarlo y no salir de determinado estilo de futbolista. Por otro lado, que me perdonen pero yo no acabo de olvidarme de Cani. Aimar y D'Alessandro vinieron porque se fue Cani (y Savio). Y en fin... lo siento pero no resisten la comparación, se ponga la gente como se ponga.
davicius -
Dicho esto, hay que reconocer que el equipo está por debajo de lo esperado, y que es necesaria una reacción antes de que se fagotice a si mismo. No estaría de más que empezarán a aparecer cuatro o cinco cambios en el equipo titular, más que nada por motivar un poco a los que parecen andar necesitados de un diván en el que ahogar la tristeza con la que se mueven.
Jeremy North -
Faltan jugadores de verdad, decisivos, y no chisposos y mentirosos, como bien señalaba en el "Mediapunta" de hace unas semanas Enrique Ortego.