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Los superdotados

Los superdotados

Yo vivía en el noroeste de Londres, en una pacífica calle lateral de Harrow Road, a medio camino entre Kensal Green y Willesden Junction, cuando Suráfrica y los All Blacks se enfrentaron en la final de la Copa del Mundo de 1995. Por allí cerca estaban la vieja prisión de Wormwood Scrubs y el estadio de atletismo Linford Christie, en el que alguien organizó una macro fiesta con pantallas gigantes para ver la final del Mundial y beber. Allá fuimos, previo pago de una asequible entrada y con los bolsillos repletos de libras para gastar en los tenderetes de camisetas y cerveza. En aquel partido se produjeron tres hechos históricos, a saber: los Springboks detuvieron a Jonah Lomu, la picadora de carne que atropellaba hombres para apilarlos a su espalda, a razón de 10 segundos los cien metros; Suráfrica ganó la final con un solo jugador negro en sus filas (el ala Webster), pero la Copa la levantó Nelson Mandela junto al capitán Pienaar y esa escena puso fin al apartheid. Tercero y mucho más relevante: en el estadio Linford Christie se acabó la cerveza.

Retrospectivamente me doy cuenta de que aquél constituyó un momento dramático, que podría haber derivado en cualquier tragedia, porque varios miles de beodos desalmados no soportan bien que se termine la cerveza y nadie les dé explicaciones de cómo eso es posible. Todo el mundo sabe que no es posible. La cerveza, simplemente, no se puede acabar. Se trata de un fenómeno metafísicamente incomprensible, como la muerte. Y, como ella, provoca sollozos y preguntas repetidas sin sentido: ¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Cómo no supimos verlo a tiempo? Y se apodera del curda un incómodo sentimiento de culpa que suele terminar vulcando el bar. El caso es que, en lugar de arrasar el estadio y sus alrededores, en el Linford Christie se produjo un milagro. O bien la organización lo tenía todo previsto: alguien sacó de pronto un balón de rugby. Antes de que pudiera darle dos tragos a la pinta de sidra en la que había derivado mi ingesta de sustancias psicotrópicas, varias decenas de muchachos, que probablemente a esas horas no serían ya capaces de reconocer a su hermana, se habían constituido en sendos equipos de rugby y se disponían en dos interminables líneas a lo ancho de la mitad del campo no ocupada por las pantallas y la parafernalia mercadotécnica. Lo que siguió fue una cruenta batalla campal con un balón por el medio. Eso sí, demostraron sentido práctico: para no tener que preocuparse de la interpretación de las reglas del maul y el ruck ni el juego subterráneo, resolvieron jugar al rugby league, que consiste en la simplificación brutal del deporte: uno agarra la pelota y choca a toda velocidad contra el de enfrente. Y así todo el rato. En el estado de inconsciencia colectiva en el que esos muchachos se encontraban, la psicopática ferocidad de los choques y los placajes eran como ver una película de terror.

Yo me mantuve al margen, pero hacerlo es difícil. Cualquiera que haya jugado al rugby sabe que es peligroso ir a ver un partido de los amigos si éstos andan escasos de gente. Porque si los amigos tienen poca gente, sobre todo lo que no tienen es ninguna conciencia. Da igual que el afectado no lleve pantalón ni botas. O que le duelan el pie y un hombro. O que esa noche no haya dormido: antes de que se dé cuenta le habrán encontrado calzón, cualquier zapato y calcetines sucios para que complete el equipo... magullando su voluntad y, después, su cuerpo. Y jugará el partido. Este anómalo comportamiento se hunde en la noche de los tiempos y se practica en cualquier nivel del rugby. Compruébese en esta anécdota histórica hasta qué punto los equipos pequeños de rugby observamos la tradición de los pioneros. La primera vez que una selección de Gales jugó contra Inglaterra fue el 19 de febrero de 1881. Hasta entonces, sólo Inglaterra y Escocia se enfrentaban en lo que era el embrión del hoy Seis Naciones. Richard Mullock, el padre del rugby galés, retó a los ingleses a un partido internacional y para ello formó un equipo con gran espíritu... y ninguna organización. No hubo entrenamientos de criba y se eligió a los jugadores de acuerdo a su reputación. Sin que se sepa a qué tipo de reputación se atendía. Como nadie reparó en enviar citaciones oficiales a los convocados, dos no se presentaron. Pronto les encontrarían relevo: un par de universitarios, con leves antecedentes galeses, que habían viajado hasta Blackheath con la intención única de ver el partido. Ellos vistieron la camiseta escarlata con las plumas del Príncipe de Gales que Mullock eligió por enseñas. Los dos equipos bebieron en el pub, se cambiaron y después salieron a jugar. Ganó Inglaterra, que anotó siete goles, seis ensayos y un drop. Gales quedó a cero y no se sabe qué tal lo hicieron los espontáneos. Pero al año siguiente los ingleses, altivamente, decidieron no jugar otra vez contra esos sucios mineros del otro lado del río Severn. ¿Y para qué?

Por eso cuando uno juega al rugby o lo ha hecho, viene a ser como un Policía o como el ejército: está siempre de servicio y jamás se retira del todo. Si acaso pasa a la reserva, y ha de permanecer atento por si cualquier tarde de sábado -o peor, una de esas mañanas de domingo- lo llaman a filas o es reclutado a la fuerza para vestirse de corto. Así que, igual que los agentes del orden salen a la calle con su arma reglamentaria en el sobaco aunque vayan a la bolera con la mujer y los chicos, el jugador de rugby siempre ha de tener las botas a mano, a ser posible en el maletero del coche o incluso detrás del asiento del conductor, con lo que directamente puede meter los pies, entrar al campo y estará listo para bailar un zapateado en la espalda de un desconocido a la salida de un ruck.... A la hora de viajar, vaya uno donde vaya, las botas tienen que ser el segundo artículo del equipaje, justo después del cepillo de dientes y antes de los tapones para los oídos. Hay que llevárselas sea cual sea el destino y la naturaleza del viaje, incluso y sobre todo al viaje de novios y no digamos a los de negocios. Porque un partido de rugby salta allí donde menos lo espera uno, como ocurrió aquella tarde de 1995.

La única diferencia con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado es que, mientras está de servicio, el jugador de rugby puede beber cuanto quiera, salvo que tope con un entrenador demasiado ordenancista o con una visión distorsionada del juego. De hecho, no será raro que los propios compañeros lo animen al alcohol, porque muchos de estos fenómenos son aún mejores cuando juegan beodos o con una desaforada resaca. De todos los jugadores de rugby que he conocido en mi vida, los que más respeto y admiración me han merecido siempre son aquellos capaces de emborracharse no después de los partidos, que no tiene mérito aunque para todo hay que tener una prestancia, sino sobre todo antes de los partidos. Conviene tener claro que este tipo de hombres son superdotados, así no más, de forma que su comportamiento tiende a ser genialmente errático. Desde luego, no van a responder al teléfono cuando los llames para ir a jugar, por eso el capitán o alguien con autoridad en el grupo debe guardar una copia de la llave de su casa, cosa de no tener que echar la puerta abajo ni colar a un ala liviano por el hueco de la ventilación. Además, si el tipo es delantero (lo más probable es que hablemos de un primera o segunda línea), conviene que quienes vayan a buscarlo pertenezcan también al paquete y hayan pasado muchas noches con él en circunstancias similares. La confianza resulta fundamental, porque los muchachos pueden ponerse violentos en el instante de despertar y hay que aguantar el embate. No se les puede culpar si presentan una reacción desmesurada.

Una vez los sacas de la cama, jamás hay que darles de comer. Puede ser fatal para la posterior suerte de todos los implicados. Conviene vestirlos con la misma ropa de la noche anterior y un abrigo ligero, para que no se apolillen en el viaje. Después los metes en el coche, en el asiento de atrás, con espacio suficiente para que se desperecen y retocen en su propia mugre interior, porque en general a esas horas se comportan con la gracilidad de un saco de patatas viejas. El trayecto, dure lo que dure, ha de hacerse con las ventanillas abajo, aunque afuera esté helando: ningún cristiano es capaz de aguantar sin desmayo el efluvio enfermo que emerge de esos cuerpos. Si los superdotados tienen alma, han de ser almas hediondas, es verdad. Pero se trata de nuestros amigos y lo más probable es que lo corroboren atizándole un puñetazo artero al que nos mire mal en el campo. Así que nada de juicios higiénicos. Una vez en el vestuario, hay que dejarlos tranquilos, hablarles poco, no recordarles su estado y por supuesto abstenerse de hacerles consideraciones morales acerca del compromiso con el deporte, la salud, la edad o ese tipo de cosas. Bien al contrario, se les debe permitir todo el tiempo necesario para cambiarse y, por encima de todo, no pedirles jamás que den un paso en el calentamiento, hagan progresiones o se arriesguen a intentar una flexión cuerpo a tierra. Ellos calientan al trote, sin cambios de ritmo y sin necesidad de espasmos musculares. La ciencia lo ignora todo acerca de cómo se engrasan esas maquinarias de músculo, espesa sangre y grasa sedienta. Ese tipo de seres humanos se regulan por sí mismos, y lo hacen maravillosamente bien. En cuanto se ponen la camiseta les crece una imprevista creatividad con la pelota, se vuelven peligrosamente explosivos, elevan su umbral de dolor hasta lo inhumano y, sobre todo, les huele la boca a fiemo. Y eso, en una melé, siempre ayuda mucho.

19 comentarios

Mr. Potato -

Es la leche! Desde que retomé el rugby este año y encontré tu blog, no puedo dejar de pensar en balones ovalados! La entrada es genial, conozco a varios de esos tipos, y recuerdo uno que hace poco, jugando contra nuestro equipo, decidió superar la resaca, encajándose un chuletón de medio kilo en un asador, 20 minutos antes de jugar el partido!! Y jugó todo el partido a un ritmo embrutecedor... Uno de los mejores partidos que recuerdo! (aunque nos calló paliza!)

Enhorabuena por este post, y por los vídeos que pones. ¡Gracias!

aceitero -

Ese tubo(SEVI)... coño jugando de ala.... las cosas que te pierdes,si es que vivis en otro mundo jejeje... la mele fue a la dcha. de palos en el lado del edificio del club. La verdad es que fue algo rapido, parar un pequeño esfuerzo del n-3 y a reanudar un par de metros a la dcha.
Respecto al apertura, se trataba de Aitor Etxebarria despunto muy joven y dio el salto a Francia junto con Oscar Astarloa, actualmente esta en el Getxo.

Por cierto estamos preparando partidos de veteranos en el Kakarraldo R.T .Hay algun club con veteranos por vuestra zona??

cris -

pues aun recuerdo las dos veces en que se acabó la cerveza, la primera en el funeral de guille en torrero, y la segunda en el homenaje a guille en la sala heineken de madrid, sala heineken!!!!.
con respecto al rugby no se nada, pero de lo que habláis se parece mucho a la época en que salía con la gente de balonmano de dominicos

cris -

pues aun recuerdo dos veces en que se acabo la cerveza- l primera en el funeral de guille en torrero y la segunda en el homenaje a guille en la sala heineken de madrid, y os aseguro que yo tuve algo que ver.
lo del rugby es digno de admirar

Tubo(Sevi) -

Aceitero, recuerdo haber jugado ese partido, de ala, aquel año fue el que bajamos, pero no recuerdo ese momento, claro que de ala ya se sabe, no se sabe si existo o si no, y enterarse de lo que pasa entre vosotros en ese mundo paralelo que es la mele....
Lo que si recuerdo es a vuestro apertura, no recuerdo el nombre, pero luego jugó con la selección española y en gexto, creo, nos cosió a patadas, teníais un buen equipo por aquel entonces.

Anónimo -

Lo mejor es ese momento en que te retiras de la melé a dejar restos de ácido desoxirribonucleico en la banda, mientras todo el mundo agachado y mirándote, espera a que vuelvas a tú sitio.

El Aceitero -

Coño Tubo(SEVI) yo jugaba en el Kakaraldo (plentzia) y si que recuerdo, algun partido de los que comentas. Eran tiempos en los que era facil distinguir a los delanteros con elevado poder adquisitivo .... >. Incluso en el ultimo partido de cat.nacinal del Univ.Zaragoza en el campo de Ardanzas (plentzia)antes de su descenso (1996/1997 mas o menos) se paro una mele porque un "excelente" jugador de primera linea (nª 3) quiso mostrar al respetable las escelencias que guardaba en su castigado estomago ..... !QUE MOMENTO! solo los "grandes" supimos entenderlo, yo jugue con nª1.

Mornat -

Fue en myp2p.eu, creo recordar. Pero me parece que en rojadirecta también pusieron los del sábado o al menos estaban anunciados. Yo no los vi.

Jesús Rodríguez Redondo -

Sobre lo de los horarios creo que si es fijo en ETB. Los lunes por la noche sobre las 23:50 h. En la valenciana me sorprendió ayer lunes tb ver La Vila-Bera Bera sobre las 22:00 h.

Y si. Es grave ¿no tenias nada mejor que hacer a las 8 de la mañana? joder.

¿En que web lo viste? ¿rojadirecta?

SObre lo que estáis comentando de los jugadores... yo fui zaguero aseado. Pintilla de guaperas venido a menos jaja.
Un día cuelgo la foto de la cual me siento más orgulloso: rompiendo la cintura a Manolo Mazo (actual jugador de Cajasol y Selección Española) cuando él jugaba en San Jerónimo en Sevilla jaja. Yo me quedé y el llegó a defender el XV del León... que cosas!!

Abrazos a todos

Jesús Rodríguez Redondo -

Sobre lo de los horarios creo que si es fijo en ETB. Los lunes por la noche sobre las 23:50 h. En la valenciana me sorprendió ayer lunes tb ver La Vila-Bera Bera sobre las 22:00 h.

Y si. Es grave ¿no tenias nada mejor que hacer a las 8 de la mañana? joder.

¿En que web lo viste? ¿rojadirecta?

SObre lo que estáis comentando de los jugadores... yo fui zaguero aseado. Pintilla de guaperas venido a menos jaja.
Un día cuelgo la foto de la cual me siento más orgulloso: rompiendo la cintura a Manolo Mazo (actual jugador de Cajasol y Selección Española) cuando él jugaba en San Jerónimo en Sevilla jaja. Yo me quedé y el llegó a defender el XV del León... que cosas!!

Abrazos

Mornat -

Es un arquetipo obligatorio en cualquier vestuario. Yo también era de los que iban a buscar al tipo en cuestión... O a los tipos. Jamás he podido jugar con resaca ni nada parecido. Están ellos y luego estamos el resto.

Gorila -

La verdad es que todos los equipos tienen (o debieran tener) un superdotado de esos...

Yo era de los que iban a buscar a casa a nuestro "superdotado" y lo llevaba al partido con las ventanillas bajadas...

:D:D:D:D

Mornat -

En estas historias hay muchos personajes mezclados. Deberá aparecer uno, tarde o temprano, acerca de esa raza de jugadores que todos queremos en nuestro equipo y que aunaremos bajo este epígrafe: los psicópatas. No por violentos, sino por sus irracionales comportamientos en cualquier ámbito de la existencia. Más o menos oculto en ese grupo, desde luego, aparecerá nuestro héroe: el hombre que se iba a correr con más de 200 rancheras metidas en el mp3. Pero no adelantemos sus maravillosas desmesuras. Las contaremos.

TONY -

cojonudo.

tu siguiente artículo ovalddo podría ser "Jonatan,la apisonadora del moncayo". un ensayo sobre la exhuberancia física, sobre la irracionalidad, sobre lo desmesurado.

Mornat -

Había visto de reojo algún día en ETB que anunciaban rugby pero... ¿hay alguna hora fija para los partidos o los ponen por sorpresa? Te prometo que ya no doy a basto: el viernes me descubrí viendo a las ocho de la mañana por internet el arranque en directo del Super14 de este año, con los Highlanders contra los Brumbies. ¿Es grave, doctor?

Abrazos y gracias.

Jesús Rodríguez Redondo -

Quillo... eres la ostia joder. Buen artículo, bueno, no fantástico. Simplemente le pones forma de palabra a la realidad.

Un abrazo.

P.D. Para los que tengáis alguna plataforma digital. En los canales internacionales de Valencia (TVV) y Euskadi (Etb) suelen poner la liga española.

tubo(Sevi) -

Que bueno Mornat, me has hecho recordar mi época con el Universitario de Zaragoza, cuando jugaba con el "B" y luego, sin dormir, el mister del "A", reclutaba a unos pocosen un bar a las 7 de la mañana y nos ibamos a jugar a Munguia, Plentzia, ...
Había un 9, Chus, que sus mejores partidos, los hacía resacoso de tequila, que tiempos aquellos!!!!!

Miguel -

Ostias, claro!!!. Ahora recuerdo que se acabó la cerveza. Por eso no fué todo lo perfecto que debiera. Creo que no debí beber tanto.

rick -

La ostia que bien escribes, leyendote me he visto en medio de la marabunta!!

Si que son momentos tensos, también paso aqui en el concierto de Metallica; hubo un momento de duda entre tirar la Romareda o seguir de secano, pero era un momento demasiado bueno para estropearlo y seguimos disfrutando del peazo concierto.