El Mariscal de hierro
AS, Octubre de 2005
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Para Gaby el centenario supone una sorpresa: “¡Qué rápido pasó todo!”. Le pareció corto porque se lo pasó jugando, como los chicos: sólo se ha perdido siete encuentros a lo largo de estos dos años y pico: cinco por sanción. El peor fue el del jueves último: “No pude aguantar la tanda de penales, apagué la radio. Cinco minutos después la prendí de nuevo y oí que había errado Diego... ¡Me quería matar!”. Entonces voló César como un ángel.
Los otros dos estuvo lesionado: “Dos me parece poquísimo, siempre hay percances, recaídas”. Pero esa rodilla es de fierro, le falta agregar. Prefiere: “Creo que en general el registro no está nada mal”. Además, Milito no se lesionó solo ni lo lesionó contrario alguno. Las dos veces lo mandaron a la enfermería compañeros suyos: el primero Yordi, de un plantillazo que le volvió el tobillo del revés y lo dejó sin jugar en Valladolid. En una recuperación obsesiva, llegó a tiempo para detener a Ronaldo y al Madrid, tres días después. El año pasado, Luis García le dislocó un hombro en Olomouc y el Mariscal quedó con el orgullo en cabestrillo. Eso fue todo.
Cien partidos. ¿Quiere ya al Zaragoza como a Independiente? “Son amores distintos”. Tiene hasta 2010 para hacerlo. “El Zaragoza ya forma parte de mi vida, quiero seguir muchos años”. Ah, los quiere a los dos, entonces. Son como mamá y papá.
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