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Somniloquios

Arco iris

Arco iris En cierto rincón exacto de mi casa he descubierto un arco iris, finísimo. Si siempre estuvo allí, yo nunca lo había visto hasta ayer, cuando se me hizo visible al cruzar de una esquina a la contraria la página del libro que me ocupa estos días. Y eso que yo tengo por costumbre sentarme precisamente en ese rincón todas las mañanas, a leer un ratito. Es extraño un arco iris sobre un libro; pero más extraño es un arco iris sobre un libro en esa habitación, que comunica a un patio interno enredado de tuberías, demasiado estrecho para que el sol se descuelgue por él. Apenas recibe luz natural, salvo la de las habitaciones contiguas. Si el arco iris original es el que cruza los campos en la indecisión entre el sol y la lluvia, y su infinita repetición en lugares y escenas, el arco iris de mi libro es pues enteramente artificial. Y por eso, aún más extraordinario. En cada ocasión que me siento ahí y me dispongo a la lectura, la palidez de la hoja se ilumina con un rayo delgado de siete colores. Vuelvo la página y el arco iris salta también a la siguiente. Seguro, luminoso, indudable, tiene el grosor preciso de una sílaba, y las alumbra todas de un lado a otro en una diagonal radiante. He intentado componer alguna palabra con las que se destacaban entre los colores, por si hubiera un signo oculto en esta pequeña magia, pero ninguna adquiría sentido. Mañana probaré con un libro de poesía lírica.

 

2 comentarios

cristina -

Me sorprendes cada vez más

lorena -

ha sido el mejor regalo de Reyes, no lo dudes.
esa tele...
ese arco iris...
lo tuyo no tiene nombre...