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Cine desadjetivado

Cine desadjetivado

De los críticos de cine ya he hablado antes. No creo en su fiabilidad, pero eso no significa que no me fíe de ellos. ¿Que no lo entendéis? Yo tampoco. No leo a los críticos para decidir o para estar de acuerdo o no. Los leo estrictamente para leerlos. Me gustan Oti Rodríguez Marchante y Carlos Boyero. Me gusta cómo escriben. La inteligencia feroz de Boyero, esa brutalidad que puede expandirse en todas las direcciones (y principalmente contra sí mismo, como a mí me gusta hacer); y el cariño al cine que le intuyo a Oti, que ordena las palabras y las ideas con naturalidad, con frescura. Del cine habría que hablar así, sin artificio, y desde luego escribir, porque el fin del cine consiste precisamente en ocultar el artificio para que queden al frente la historia y los personajes, lo único que importa. Por eso los críticos que prefiero son directores de cine: Scorsese hablando de la historia del cine americano en esa maravillosa serie documental; Cameron Crowe entrevistándolo; Truffaut en conversación con Hitchcock; y desde luego Peter Bogdanovich en el despliegue de su lúcida mirada sobre la pantalla y sus alrededores. Ahora ha reunido pensamientos y conversaciones con las estrellas en un libro imperdible, que aún no he comprado porque este mes casi no he hecho más que comprar libros.

Lo que no soporto son las conversaciones de cine, ni desde luego las críticas, que incurren en el delirio conceptual. Como ésta con la que he tropezado hoy, y que parece una broma barroca, con su retorcimiento léxico y sintáctico a propósito de Lo que sé de Lola: una película que no debe ser la mitad de críptica de lo que parece en el texto que sigue. No lo sé. Después de leer esta revisión, continúo sin saber nada. Ignoro también quién les dijo que escribir así era escribir bien.

"Lo que sé de Lola' es una película de gestos con vocación minimalista e imagen industrial que evade sustancialmente la explicación discursiva. La historia se cuenta casi a través de una sucesión de planos fijos, con un acento puesto más en los objetos que en los personajes (más bien en el carácter emocional de los personajes), como pactando una especie de desadjetivación en la narración. Quizás esto haga que la película adopte un carácter anónimo o universal susceptible de darse en cualquier lugar del mundo donde haya soledades...".

Desadjetivación. Con dos cojones.

7 comentarios

Anónimo -

Hay que distinguir entre un texto literario y un texto periodístico. Un periodista no se puede permitir el lujo de utilizar diez adjetivos seguidos (la información y la objetividad mandan). En una crítica hay opinión, pero también informativa, y hay que hacerse entender. Un cuento es algo distinto. Es precisamente la forma de contarlo lo que importa. En este caso, creo que el cuento va dirigido a la madre y no al niño. Más que nada porque a los tres años las letras y las palabras son algo ininteligible.

Mario -

Y gracias, Alberto, por los comentarios. Ya era hora de que alguien apretara las tuercas aquí. Demasiado lector complaciente, je.

Mario -

Boyero absurdo, excesivo y visceral. Más que cierto. Pero a mí me cae bien y me gustan sus textos. Como los de todo el mundo (incluidos los propios)a veces me gustan y a veces no. La incoherencia de los gustos tiene esas cosas y otras. Sobre Bustos Domecq, la pedantería y la afectación eran deliberadas, desde luego. Una broma que tal vez ahora carezca de sentido y quede fuera de tiempo, dejando esa impresión final. Respecto al cuento, no pretendía ser un cuento infantil, obvio. Como máximo, una declaración de amor desordenada y veloz. Todo eso no lo salva de los errores, y todos los que escribimos con frecuencia somos capaces de incurrir en ellos. De todos modos aún veo una diferencia: del error a la pedantería hay un trecho.

Alberto Sivrada -

Querido amigo:

Tengo la sensación de que estas frases que amontonas tú en el cuento infantil no se merecerían una valoración muy distinta a la que haces tú del crítico.Fíjate bien, reléete:

"Y el triángulo de felicidades inconexas para darle vueltas interminablemente. Cuando vuelva por la tarde, quizás los dos lados (su deseo y la guitarra en casa) se tocarán y harán una perfección infantil sin vacilaciones".

El triángulo de felicidades inconexas...
Una perfección infantil sin vacilaciones...

(Y además en un texto sobre un niño de tres años...)
Pues, eso, con dos cojones.
Por cierto, esos libros que citas están llenos de pedantería y de afectación, en medio de páginas magistrales.

Y de Carlos Boyero, no me atrevo a decirte: es uno de los críticos más absurdos, excesivos y viscerales del mundo. Sólo hay algo que le hace mejor que los demás: él no pone un adjetivo o dos o incluso tres, es capaz de engarzar hasta diez y quedarse tan ancho.

Un abrazo. Y aúpa Zaragoza.Bonito el artículo de Sergio García...

Sivrada. Realizador.

Mario -

Me recuerda a las bromas que gastaban en sus cuentos Borges y Bioy, cuando firmaban Bustos Domecq. Aquello era genial; esto es sencillamente ridículo.

jcuartero -

Parece un comentario efectuado por el profesor de oratoria de Antonio Gasset.

eduardo -

pues está clarísimo, lo importante es quedarse con el "conceto"