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Agapito quiere la Liga

Agapito quiere la Liga

Pedro Luis Ferrer publica hoy en AS una estupenda entrevista con Agapito Iglesias, el propietario del Real Zaragoza. El trabajo viene a significar en sí mismo un sumario desglosado de lo que fue la gran noticia del año, la compra del club, así que sirve para despedir 2006 y sobre todo para brindar por el futuro. Tengo que reconocer que me alegré de esa operación que acabó con la presidencia de Alfonso Soláns, porque creía con sinceridad que era lo mejor para el Zaragoza. A lo mejor estaba equivocado, eso nunca se sabe o no se sabe hasta pasado mucho tiempo. Había mezclado un motivo más o menos personal: el gran argumento para la defensa de Soláns consistía en que él era el único dispuesto a ponerlas, el único presidente posible. Yo he escuchado ese razonamiento tan provinciano en largas conversaciones/diálogos/discusiones con la que era la gente de Soláns en el club. Nunca me convenció. Me parecía válido sólo para quien deseaba sentirse vasallo. En Aragón hay mucha de esa gente, gente que se almidona ante el señorito porque el señorito manda, él tiene los duros y él posee el destino colectivo. En un artículo en Heraldo de Aragón tras el descenso a Segunda razoné que, para sostener que Soláns era el único presidente posible del Zaragoza, había que probarlo: lo ha hecho el tiempo. En su contra, desde luego. Resulta que en el Paseo de Sagasta había un empresario de procedencia soriana. Resulta que compró el club. Resulta que las puso. Resulta que pidió un crédito de 9,6 millones de euros, resistió la artera venta de Cani, avaló otros ocho, asumió como salvables los 70 millones de pufo que dejaron los anteriores administradores y compró a Pablo Aimar por 10 millones... Y resulta que ni una sola vez ha hablado de miseria, ni de vender jugadores (aunque lo hará, porque es el procedimiento de mercado del fútbol), ni de quiebras. Habla de esto: "No me iré del Zaragoza sin ganar una Liga".

El fútbol es un negocio muy largo y muy ancho; cambiante, ingobernable en algunos aspectos decisivos; abrasador. También se trata de una forma de ficción relativa que hay que manejar con tanta ilusión como realismo. De las cosas menos importantes de la vida, como dijo alguien, es la más importante y la más divertida. Agapito la maneja con entusiasmo, pero también con la firmeza y el sentido de un empresario estricto, que quiere ver crecer su proyecto. Y exige. Que el propietario de una empresa sea el que retiene a los empleados para que la empresa no crezca resulta increíble, antinatural. Bueno, pues eso hacía Soláns con el Zaragoza: pedir a sus técnicos que el club no creciera demasiado, que no ganara demasiado, que no costara demasiado, que no fichara demasiado. Aun así, ganó dos copas y jugó otra final. Que cada uno reparta méritos. El juicio sumario a Agapito deberá esperar al final de su proyecto, o a que pase un tiempo razonable. Mientras tanto, vemos a Aimar cada domingo y al Zaragoza peleando por el cuarto puesto. No es lo de menos, porque el fútbol consiste en eso. Yo siempre he pensado que, en muchos casos, el mensaje hace a los hombres. Y ésta es la primera vez que oigo a un presidente del Zaragoza hablar de que quiere ganar una Liga. Si nos engaña o juega con las ilusiones del zaragocismo, se lo demandaremos. Y si no es así, celebraremos lo que venga.

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