Escena de cama
Ella se aproximó a mi hombro. Sentí que el bronce de sus pechos me rozaba la espalda al preguntarme.
-¿Qué te pasa?
-Nada –hice una pausa y me volví hacia ella-. Sólo la costumbre de la tristeza, de la indefinida melancolía. Nostalgia del hombre que no he sido, del que no habré de ser. De infinitos amores incompletos o ignorados.
-Vete a la mierda –me contestó.
Se vistió y no volví a verla más.
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