Plan de evasión
Si queréis saberlo y no os atrevíais a preguntar, os lo adelanto: hace semanas que pienso que el Zaragoza va a bajar a Segunda División. Pero aviso que no estoy convencido. Es decir, que no he razonado mi postura. Se trata de simple pereza, porque mi pensamiento opera de modo negligente y pragmático: me resulta mucho más sencillo encontrar argumentos para esa conjetura que para su contraria. Pero estoy dispuesto a revisarla a la mínima oportunidad.
En el fondo, comprendo la fatal determinación que se oculta bajo los hechos. Era todo demasiado perfecto como para durar. Me refiero al trabajo. Todo demasiado bonito: la cordialidad general, la multiplicación de los lectores, el crecimiento, la comodidad de los horarios, la lógica de los planteamientos, la distancia de los mandos, las revisiones salariales, la eficacia en las gestiones... No podía ser que el Pele y yo, los dos gallardos más tontos de la información zaragocista, hubiéramos acertado el día que decidimos que el periodismo era más importante que las intrigas cortesanas en un palacio de cristal que se quiebra. Tampoco parecía probable que una profesión tan avara se comportase con esta generosidad. En el AS se está de coña, oyes... pero de coña. Ahora que iba todo tan bien, va el Zaragoza y lo jode.
El Oso dice que hay que ir contracorriente y dar siempre el paso inesperado, el que te separa de lo previsible. Es decir, hacer exactamente lo contrario de lo que haría cualquiera en tu misma posición. Para mantener una teoría tan burda y deshilachada como esa, apela a la más célebre de sus decisiones: cuando se quedó en el paro no sólo no pensó en vender su Audi, sino que lo revendió para comprarse un BMW. En el mismo sentido, nada más oler la crisis inmobiliaria resolvió ejecutar el contrato de un inquilino que tenía rentado y puso el inmueble a la venta. Cuando yo me quedé sin trabajo en 1994, fui al INEM a preguntar si me podían pagar el subsidio de una sola vez y la concienciada funcionaria me dijo que no, lo cual acepté, para a continuación agregar: "Aquí no le pagamos las vacaciones a nadie". ¿No, eh?, pensé yo. Me fui a casita, apreté un puñado de pantalones y camisetas en una mochila roja, metí mi aparato de música, dejé que mi hermano se hiciera pasar por mí donde fuera preciso y me largué a Londres por tiempo indefinido. Volví con veinte kilos más y los bolsillos vacíos, pero aun sigo escribiendo de aquello... A eso le llamo yo especular con la realidad. Me niego a que la realidad me agarre por los huevos, así que hay que mostrarle desapego y ningún temor. El Pele lleva semanas increpándonos de lado a lado de la mesa porque, según él, estamos "tan panchos" mientras presenciamos el hundimiento del Titanic. Su opinión es que el Titanic nos va a arrastrar de algún modo en su torbellino, pero yo me niego de forma rotunda a ligar ni un gramo de mi destino al rendimiento de Pavón, pongamos por caso; y ya no digamos mi felicidad; ni siquiera deseo que al muchacho se le pase por la cabeza el mínimo atisbo de responsabilidad en ese aspecto. Bastante tiene con ocuparse de Pavone el domingo.
Mientras tanto yo diseño mi plan, que pondré en práctica cuando ya nada me ate aquí. Queda tanto por hacer, y tan poco tiempo... Tengo pendiente pisar la Antártida, cruzar el subcontinente indio en un tren escuchando a los Kinks, asistir al cruce del río Mara en la migración anual de los ñus africanos mientras aguardan los cocodrilos, mirar de frente a un tiburón blanco metido en una jaula en el océano, pasar un invierno en Alaska y trasponer la línea del tiempo en dirección este-oeste a bordo de un velero, para saltarme un día completo, que jamás habré vivido. Al atardecer de ese día inexistente atracaremos en las Islas Cook y me envenenaré de alcohol en los tugurios del puerto. Espero conocer al patrón de alguna nave en misión comercial que me deposite en una isla remota, no importa cuál. Me llamaréis soñador, pero allí pienso vivir de un sueldo modesto o morir de una enfermedad generosa. Mientras, pensaré en Robert Louis Stevenson y sus años dichosos en Samoa, recitaré al aventurero Conrad y evocaré los días en que mi padre me llevaba a jugar al billar y cuando siendo muy niño mi madre me remojaba en la piscina introduciéndome en el agua colgando de sus muñecas... Tengo miedo a la distancia, a veces a la soledad y puede que también a los huracanes estacionales de aquellas latitudes. Pero creo que con los libros y con lo que escriba podré superarlo.
Trataré de actualizar Somniloquios siempre que me sea posible.
18 comentarios
juanillo -
Pese a ello me iria a cualquiera de los sitios que relatas y aun asi subiria alguno mas. Un saludo inmenso y animo.
Jeremy North -
La Liga de las Estrellas ha acabado para mí y a la espera del comienzo en septiembre de la Liga BBVA, optaré por ir al cine a la misma hora o similar que la del partido del Ex-Real Zaragoza para no sufrir más escarnios.
Eduardo -
mm -
Seguramente, estoy más enganchado a lo que hay y tengo más miedo a los huracanes. O prefiero los de casa.
Mornat -
Un abrazo y ánimo con lo que queda por delante.
peterpan -
Yo también creo que nos vamos de cabeza a Seguna, pero cada día repito, como si de un mantra se tratara, "despierta y la pesadilla se acabará"...pero la pesadilla continua martizandome de domingo a domingo...
Doctor, creo que lo que nos pasa es grave y el remedio aún está en el laboratorio...el enfeo se nos muere entre las manos sin poder hacer nada.
Mornat -
tony -
Afortunadamente, siempre te quedará el Semi. Utiliza los partidos, las victorias, los viajes, las risas, el trabajo en equipo, como pequeños tarros de las esencias para diluir la pesadumbre futbolera. Yo lo hago para borrar las penas de mi actividad diaira y me va de cine
Mornat -
Desde Ushuaia, en Argentina, hay un buen número de cruceros por la Antártida, el Círculo Polar Antártico y algunas islas remotas alla por donde el mundo se da la vuelta. ¿Quién no va a querer ir a un sitio así? Cuando mi avión se levantó de regreso a Buenos Aires tras unos días en la Patagonia, me prometí a mí mismo que regresaría para pisar el hielo antártico.
Jeremy North -
No me seduce ni Kenia, ni Alaska, ni los ñus africanos ni los tiburones blancos, pero iría a la Antártida de cabeza, a emular a Scott (excepto en su final) y a Shackelton.
Mornat -
1) No creo ni en la plantilla ni en el compromiso.
2) En el caso de que el CAI suba me importará bien poco.
3) Escribiremos lo mínimo posible de baloncesto, pero sí... escribiremos más. Por desgracia.
Lo siento pero tengo el escepticismo de rebajas.
Fedra -
Mornat -
jcuartero -
Nuha -
Nos vemos en Kenia.
Lepantina -
Jorge -
Respecto a argumentos, se me ocurren dos: que el Recre es flojismo y que empapelaremos a otros equipos para terminar salvándonos... Y el Recre sabe bien que ese tema funciona.
Eduardo -