Los Tenenbaum
No supe si buscar Los Tenenbaum en el estante de Comedias o rastrearlo en el de Dramas. Por un momento me quedé pensando qué decisión hubiera tomado si yo fuese el chico o la muchacha que hubo de clasificar la película de Wes Anderson. Nadie se ha visto aún en esa tesitura: no está editada.
Wes Anderson ha dirigido cinco largos. Todas de una singularidad narrativa, estructural y formal que define su cine y que, como les ocurre a todos los creadores que levantan un mundo propio, puede fascinar al espectador o bien resultarle insoportable. Anderson construye pequeños universos un poco estrafalarios, sí, pero en general muy bien acabados. Todos repletos de personajes que se mueven en una tímida frontera entre el absurdo y la genialidad, entre el ridículo y la eminencia, entre la tristeza y una vitalidad tan extrema como quebradiza. Yo he visto tres, en orden invertido a su año de producción: Viaje a Darjeeling, Life Aquatic y Los Tenembaum. El mundo de las películas de Wes Anderson, suavemente kitsch, deliciosamente pop, posee una elegante extravagancia de personajes, cosas y frases. Life Aquatic quizá sea la más excéntrica e irregular de sus películas, una irónica visión de la vida de un oceanógrafo con vagas reminiscencias de Jacques Cousteau y el rostro ajeno a la realidad de Bill Murray. Viaje a Darjeeling puede verse como la menos estrambótica, quizá la que con más decisión entra en la comedia, aunque subyace en el fondo (en la historia de tres hermanos que se reúnen para un envidiable recorrido en tren por la India) esa aguja de la soledad, la desestructurada herencia de una familia rota, el reencuentro, las deudas del pasado, el amor platónico, los objetos simbólicos que nos anclan al tiempo perdido. Los Tenenbaum me ha parecido adorable, en todos los sentidos: una culminación invertida de las intenciones expresivas de Wes Anderson. A menudo ocurre: uno acierta en su primera tentativa (aunque en realidad era la tercera) y luego va perdiendo el toque, ese punch, y las historias no se cierran o se concluyen con el mismo acierto. Amarga y divertida, poblada de músicas y objetos y personajes y necesidades. Así es la familia Tenenbaum. La música, en las películas de Wes Anderson, forma parte de la historia. En Los Tenenbaum suena Elliott Smith, los Beatles, los Rolling Stones, Bob Dylan, The Clash, Jackson Browne, Paul Simon o The Ramones. Y suenan exactamente donde deben y como deben. Coloristas, melancólicos, estimulantes o sombríos, según el caso.
El arranque de la historia, cinco minutos en los que se explica la perdida lucidez de la familia Tenenbaum, las razones del extravío emocional de sus miembros, la decadencia de tres hijos superdotados, geniales como niños, desamparados como adultos, esos cinco minutos sobre la versión orquestada de Hey Jude, de los Beatles, me parecen una gloria perdurable del último cine. La película resulta dolorosamente emotiva. No hay gran mérito en la maestría sostenida con la que Gene Hackman, Anjelica Huston, Bill Murray o Danny Glover construyen sus personajes. Más sorpresa me ha deparado el descubrimiento de que puedo querer a un personaje interpretado por Gwyneth Paltrow, siempre tan poco interesante para mí, artística y personalmente; y aquí, sin embargo, admirable como Margot Tenenbaum, la hija adoptada de la familia. En la escena de mayor carga dramática, la mejor escena, Luke Wilson (el joven campeón de tenis que abandonó su carrera en medio de un partido porque no soportaba ver que su hermana adoptada le hubiera partido el corazón casándose con un hombre mayor) se encierra en el baño y frente al espejo aparta los grandes anteojos oscuros que han ocultado durante años su triste mirada, deja a un lado la cinta de tenista campeón adolescente que llevó desde niño, rasura su cabeza y la poblada barba. Suena Needle in the Hay, tenso himno maldito del suicida Elliott Smith, cantautor pop que se clavó dos veces un cuchillo de sierra en el abdomen cuando su novia se encerró una tarde en el baño. Luke Wilson mira a los ojos al hombre del cristal y le confiesa: “I’m gonna kill myself tomorrow”. De inmediato, toma entre los dedos la cuchilla con la que se acaba de afeitar y se raja los dos brazos. Más adelante, Margot (con la que de niños se escaparon de casa para vivir bajo un mostrador en el ala de fauna africana de la biblioteca de la ciudad) le preguntará: "¿Lo hiciste por mí?". "Sí, pero no es culpa tuya".
Pese a lo que pueda parecer, ésta es una película feliz. En todos los sentidos. Tiene un extraño realismo que no existe en las formas sino en el fondo de las vidas de sus personajes. Si los Tenenbaum tuvieran que buscar la historia de su existencia en los estantes de una tienda de películas, tampoco sabrían si dirigirse al drama o a la comedia. Probablemente ninguno de nosotros sabríamos en qué género clasificar nuestras propias vidas.
2 comentarios
Mornat -
tony -
por lo demás, el papel del tenista fracasado es de lo mas original que he visto en mucho tiempo(las imágenes del partido de tenis en el que se deja todos los puntos son muy buenas). puedes tomarte al personaje por el lado cómico o por el dramático indistintamente. Incluso la phaltrow, con ese vicio de fumar a escondidas durante años, está brillante.
Muy buena y muy original película, a la que me acerqué al principio por la presencia de gene hackman, pero luego descubrí que se sostenía por sí mismo.