¿Por qué no se callan?
En 1993 hice un viaje desde Orense a La Coruña en el coche del narrador y el técnico de Antena 3 Radio. El CAI había jugado, y ganado, unos cuartos de final de la Copa del Rey a Estudiantes en la primera ciudad, pero debía trasladarse a La Coruña para las semifinales con el Joventut. Cruce que perdería, pero eso no importa mucho. Lo que importa es que, por intermediación de Mario Pesquera, me colé en el auto de los de Antena 3 Radio. Eso me permitió conocer a Andrés Montes, una voz que conformaba con Gaspar Rosety y Siro López la que para mí constituía la Santa Trinidad de la narración deportiva en aquellos días, sobre todo en los partidos de baloncesto. Montes, a quien saludé el año pasado en La Romareda y le recordé aquel viaje, era y es un tipo de trato excepcional. Es exactamente el tipo que parece en las narraciones, más allá de que a uno le guste o le repela su estilo. No voy a eso. Pero es divertido, ocurrente, muy riguroso y mucho más preciso en sus juicios de lo que deja entrever el singular desenfado de su forma de narrar. Sobre todo, Andrés Montes es un melómano, y ahí vamos.
Durante todo aquel viaje condujo el técnico (como es de ley) y Montes iba a su lado. Yo atrás. Montes me trató como si me conociera de toda la vida (como hizo el año pasado en La Romareda, aunque no me recordase ni a mí ni recordase el viaje que hicimos juntos), me hizo reír, hablamos de baloncesto y de música. Su profética obsesión de esos días era la invasión de la palabra en la FM. Durante todo el viaje buscó incansable la música en el dial del aparato de radio del coche, quejándose de la palabra, la palabra: en la FM, la banda que nació para las fórmulas musicales, la palabra estaba tomando el mando de forma silenciosa (contradicción estratégica) e implacable. Estos días me acuerdo de Montes. Pongo Radio 3, pruebo a poner Radio 3 muchas mañanas, y compruebo que la palabra ha invadido de modo definitivo el penúltimo reducto que le quedaba a la música (a la música, no a las cancioncitas, diferencia fundamental...). Y además no es la palabra precisa, sino la palabra dirigida. La última reforma de Radio 3 y la desaparición de algunos de sus históricos presentadores habían erosionado mi larguísima fascinación por esta emisora, en la que me eduqué y crecí musicalmente desde los primeros días en la Universidad. Con esta invasión panfletaria, ya no sólo ha muerto la fascinación sino, peor aún, la costumbre de abrir un ojo y ponerla al mismo tiempo que ponía el primer pie en el día. Y pasar con ella toda la mañana y los ratos libres.
Primero fue el reordenamiento de los programas, costumbre que hemos resistido durante años. Luego desaparecieron los locutores y, ahora, se bate en retirada la música como primera condición de las emisiones. La palabra interrumpe constantemente. Se diría que ahora hay música entre las palabras, demasiadas palabras; y demasiados mensajes con un aroma de propaganda de unos valores que no me parecen ni bien ni mal, pero que siempre van hacia el mismo lado. Una cosa era que Radio 3 ejerciera de ventana a iniciativas artísticas o sociales, lo que me parecía perfecto, y otra que de ventana haya pasado a altavoz. Parece que quiera impartir la asignatura de Educación para la Ciudadanía en versión adultos. Esta mañana he puesto Hoy Empieza Todo. Enseguida he sentido nostalgia de Música por Tres, de El Bulevar de Chema Rey y sus descorteses cortes en los concursos de oyentes; de El Ambigú, donde resiste a otras horas el magnífico Diego Manrique, de los días en que no me perdía ni una sola emisión de Diálogos 3, de otro narrador genial de baloncesto y rugby, Ramón Trecet; el Discópolis, el Flor de Pasión, el Disco Grande de los sábados por la tarde, El Diario Pop, el insustituible Área Reservada, la versión clásica de Siglo XXI de Tomás Fernando Flores... No sé, esos son los programas que me han forjado un oído musical, a mí y a mucha gente. Y los que me han entretenido, por encima de todo. Ahora Radio 3 me aburre. Y me molesta. Me molesta que me aburra tanto y me molesta que me moleste con consignas. El único aleccionamiento posible en esa emisora fue siempre la introducción del locutor al siguiente tema, en la que uno siempre podía aprender algo.
Esta mañana, después de la primera canción, una voz ha empezado a hablar de la LOE y de los colegios con separación de sexos y de la posibilidad de que las administraciones elijan no subvencionar a los colegios que discriminan por sexos; y luego, enseguida, han glosado el dato de que en la Comunidad de Valencia hay cinco de esos y que todos son del Opus Dei y no sé qué y que, en fin, he apagado y ya no volveré a encender. Porque cuando no es una cosa es otra, pero están todo el día con la matraca. Y la verdad, yo no tengo ánimo para más matraca y menos en Radio 3. Así que bye, bye. Se acabó la paciencia y se acabó Radio 3. Que catequizen a otro. Es una pérdida sentimentalmente grave, pero a partir de ahora (y mientros sigo buscando más alternativas, que seguro que las hay) quedo adscrito a mi propia discoteca (la digital y la material) y a AccuRadio, emisora de internet en la que no hay palabra, nada de palabra, y puedes elegir entre un sinfín de estilos musicales, del jazz al pop de los 60, del swing al hip-hop, del dance a la música clásica, o del rock alternativo o el R&B, pasando por todo lo actual y lo reciente. Ahí nadie habla. Al menos, por ahora.
[Foto: Jesús Ordovás, héroe y maestro -aunque suene excesivo- del Diario Pop. La foto está tomada de su web, donde la nostalgia suena a buena música].
14 comentarios
Mornat -
Fedra -
Cris -
Juan, gracias por tu información del blog.
Mario, oiré esa radio por internet.
Juan -
Mornat -
Fedra -
javier p. -
Yo le escuchaba con un hermano mayor (que en realidad es el mediano; yo el pequeño).
¿Y Radio Clásica? No hay manera de escuchar un número de notas de Bach o Haydn que le permitan deesconectar de la palabra.
Ornat, yo siempre me hago otra pregunta -casi ritual- cuando les escucho hoy en día, entre un mitín y el siguiente: i tot això, qui ho paga?
cuídese y un abrazo
j.
Mornat -
Gracias.
Fedra -
Jeremy North -
Qué tiempos áquellos de Paco Pérez Brian, José María Rey, Diego A. Manrique, el "atlético" Julio Ruiz, Tomás Fernando Flores... esos tiempos no volverán, está claro, sólo nos queda la nostalgia.
lorena -
No pares, dale, Mario. Nos revuelves. Nos emocionas
imrahil -
Pues a mí esta evolución me deja bastante tibio. Hace ya bastante que dejé de buscar música en la radio para buscarla en internet. Sólo la pongo en el coche y porque el loro del coche no traga con los mp3.
Saludos cordiales.
Mornat -
Per -