El exiliado Larry Bird
El texto no se limita a la ironía, aunque Bird frecuenta el sarcasmo cuando dice: “Leo en el foro de eurosport.es que vuestro baloncesto es de McDonald’s. Buena comparación. Jugáis como coméis”. Más allá, el fondo revela la contradictoria evolución del que ha sido considerado históricamente el mejor basket del mundo. Ahora, las protéicas exhibiciones yanquis generan la misma impresión de decadencia ‘kitsch’ que los neones de Las Vegas. Bird lo resume en el mortal arranque de su carta: “Lo que hacéis no es baloncesto. El basket americano ha quedado para hacer exhibiciones de mates y ‘alley hoops’ entre cuarto y cuarto. Y esto no es así”.
Bird fue tres veces campeón de la NBA con los Boston Celtics en los años 80; uno de los 50 mejores jugadores de la historia de este deporte. Y formó parte del ‘Dream Team’ original, el que cautivó al mundo en los Juegos de Barcelona y permanece inalterado como cima de un deporte y una competición, la NBA. Esa consideración ha girado. Lo peor no son las derrotas -frente a Puerto Rico, doloroso perder contra la 51ª estrella de la bandera, con Lituania...-; sino la impresión de que los demás juegan ‘mejor’ al baloncesto. De un modo más puro, basado en los fundamentos, atento a la evolución colectiva de la jugada. Bird se mofa: “El día que vuestro entrenador ¿os enseñó? el pase, la finta, el buscar al compañero mejor situado o algún concepto medianamente inteligente o no estábais o, lo que es peor, no lo comprendísteis”. La conclusión sería ésta: la NBA aún es la mejor competición, pero allí ya no se juega el mejor baloncesto. La escuela, los fundamentosHace pocos días, los chicos de Larry Brown asistieron a un partido del equipo femenino, que aún preserva la ‘esencia’ del juego. “Brown lleva a sus chicos a la escuela”, se apresuró a interpretar la afilada prensa americana. Traducido... esta manada de estrellas necesita rebajar testosterona y reaprender el deporte. Entender que la inteligencia suele corregir a la excelencia física. John Stockton es un ejemplo palmario. También Larry Bird, un tipo que nunca fue especialmente rápido ni especialmente ágil. Sólo fue especialmente bueno.
Mirando a esos chicos que almuerzan patatas fritas en el Queen Mary 2 perder con Puerto Rico, al viejo y genial Larry se le abrió la úlcera. Prefirió el ‘exilio’ a la vergüenza: “Se acabaron los partidos del ‘Dream Team’. A partir de aquí me aferraré a mis rasgos ‘alemanes’ para nacionalizarme europeo y apoyar al otro basket, al hermano pobre, a los argentinos, serbios, españoles o lituanos. Sencillamente, ya son mejores que nosotros”.
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