El viejo desorden
Ahora que vuelven a reunirse una buena cantidad de grupos innecesarios (¿era preciso el reencuentro de The Police a estas horas, decidme...), New Order se largan a su casa. Lo anunció el bajista Peter Hook en una entrevista en XFM hace algunos días, así como quien no quiere la cosa, en un comentario al pasar. Por si alguien pensó que le había dado un calentón, lo ratificó algunos días después. Los chicos ya no están juntos. Para mí New Order aún suponen la posibilidad de sentirme falsamente joven mientras escucho sus canciones. Bizarre Love Triangle o Blue Monday, desde luego Regret o World In Motion son las canciones que me ponía muchos días antes de salir, bien altas, demoledoramente altas, para que me rodearan y tomaran la casa al asalto, por invasión salvaje, con la estridente maquinaria de sonidos de alta frecuencia. Ese efecto Dorian Gray tiene algo que ver con la leyenda, supongo, porque siempre se dijo que New Order habían vendido su alma al diablo para que triunfase su primer gran éxito, Blue Monday, el maxi más vendido de la historia de la música según leo en algún lado con considerable sorpresa. Debe de ser que en los ochenta aún había lugar para un cierto orden, nuevo orden, claro está. Ahora regresa el viejo desorden, la irrefrenable edad, el envejecimiento de los mitos efébicos. No me despido de New Order porque están en mi librería y los voy a poner cuando quiera. A mí aún me gustó bastante Get Ready, un trabajo que ya venía claramente fuera de hora, pero me pareció que bien defendido. He de reconocer que Waiting For The Sirens Call, su último elepé del 2005, anunciaba que el pacto con el demonio había caducado. Que decaía el rostro de Dorian Gray en el retrato que cuelga sobre el muro. Hoy es lunes. Monday. Blue Monday.
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Mornat -
Anónimo -