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Somniloquios

El viejo desorden

El viejo desorden

Ahora que vuelven a reunirse una buena cantidad de grupos innecesarios (¿era preciso el reencuentro de The Police a estas horas, decidme...), New Order se largan a su casa. Lo anunció el bajista Peter Hook en una entrevista en XFM hace algunos días, así como quien no quiere la cosa, en un comentario al pasar. Por si alguien pensó que le había dado un calentón, lo ratificó algunos días después. Los chicos ya no están juntos. Para mí New Order aún suponen la posibilidad de sentirme falsamente joven mientras escucho sus canciones. Bizarre Love Triangle o Blue Monday, desde luego Regret o World In Motion son las canciones que me ponía muchos días antes de salir, bien altas, demoledoramente altas, para que me rodearan y tomaran la casa al asalto, por invasión salvaje, con la estridente maquinaria de sonidos de alta frecuencia. Ese efecto Dorian Gray tiene algo que ver con la leyenda, supongo, porque siempre se dijo que New Order habían vendido su alma al diablo para que triunfase su primer gran éxito, Blue Monday, el maxi más vendido de la historia de la música según leo en algún lado con considerable sorpresa. Debe de ser que en los ochenta aún había lugar para un cierto orden, nuevo orden, claro está. Ahora regresa el viejo desorden, la irrefrenable edad, el envejecimiento de los mitos efébicos. No me despido de New Order porque están en mi librería y los voy a poner cuando quiera. A mí aún me gustó bastante Get Ready, un trabajo que ya venía claramente fuera de hora, pero me pareció que bien defendido. He de reconocer que Waiting For The Sirens Call, su último elepé del 2005, anunciaba que el pacto con el demonio había caducado. Que decaía el rostro de Dorian Gray en el retrato que cuelga sobre el muro. Hoy es lunes. Monday. Blue Monday.

2 comentarios

Mornat -

Yo descubrí los ochenta cuando ya eran los noventa, creo que como mucha gente en España, o al menos mucha gente de mi generación. Me ocurrió así por motivo de edad, supongo, y por desorden en mi educación sentimento-musical. Hice el camino en orden estrictamente desordenado. Hacia mediados de los ochenta descubrí a los Beatles en toda su extensión (de forma profunda, devota y obsesiva) y luego empecé con la música de los setenta directamente por el punk (primero Sex Pistols, enseguida los Clash, algo más tarde Ramones), y luego el pop británico de adelante atrás. El único grupo que se había saltado ese desorden fueron los Smiths, a los que conocí y quise antes que al resto, y cuyo primer recuerdo quieren ser vagamente sus vídeos en La Bola de Cristal y, de modo mucho más concreto, el Bigmouth Strikes Again en las largas tardes de El Coto. De la mañana en que murió Lennon me acuerdo bien, pero el significado de esa frase en la radio (dijeron "ha muerto John Lennon" y yo, que tenía once años, pensé en Jack Lemmon) no me alcanzó hasta unos pocos años más tarde. Los ochenta son los días de mi más pura adolescencia; los últimos de rotunda felicidad que puedo recordar. Pero no confundiré esa felicidad íntima con pasajes colectivos, momentos políticos o movidas madrileñas. La cosa estaba en mí mismo, las chicas, la diversión en clase y la pelota de fútbol...

Anónimo -

Los ochenta... Para mi generación empezaron con los tiros a la puerta del Dakota, el auténtico antes y después de aquel tiempo. Podría hacerse una encuesta: "¿Qué estabas haciendo el 8 de diciembre de 1980?". Yo estaba almorzando con mis padres en Bahía Blanca, Argentina. De pronto, en el telediario imágenes de New York con el horrendo subtítulo de la NBC: "JOHN LENNON SHOT DEAD" (JOHN LENNON MUERTO A BALAZOS). En Estados Unidos de vez en cuando repiten las imágenes de aquella noche, los gritos, las luces de los patrulleros, la vertiginosa entrada en el hospital, el anuncio final del médico, la réplica impasible de Yoko Ono: “You are lying” (“Usted está mintiendo”). En inglés la frase tiene una fuerza que se pierde en nuestra lengua, suena como un pistoletazo. La misma serenidad del diálogo duplica el efecto. El rostro impenetrable de Ono dice una y otra vez: “You are lying”. Pero el médico no miente. Casi enseguida los noticieros de aquel día recordaron el gesto de Lennon al final de “Help!”, esa sonrisa... ¿El verdadero adiós? Sobre finales de la década George Harrison resumiría muy bien ese sentimiento de pérdida, inutilidad y afecto en una canción lindísima: "All those years ago".