Tomasín y sus amigos
A falta de referencias críticas válidas o aceptables, con el cine acostumbro a valerme de los prejuicios, que son una fórmula muy conveniente basada en la experiencia y el aprendizaje, maestros incontestables. Yo creo que cuando hablamos de pagar seis euros más los extras (entiéndase productos del ambigú o patadas en el respaldo de la butaca), uno tiene derecho al prejuicio, a cuidarlo y matizarlo, a ejercerlo y engordarlo. Incluso tiene derecho, y obligación, a revisarlo de cuando en cuando. Los prejuicios han de ser reversibles. Mi prejuicio más severo tiene que ver con el cine español de los años 80 acá; tengo otro con los genios jóvenes de la realización; otro con las películas sobre la guerra civil y sus alrededores, los thrillers nacionales y las películas de terror; uno muy acusado con los exitazos de taquilla, los premios Goya y las aclamaciones de la crítica nacional; y otro aún mayor con los guionistas de la sorpresa, la originalidad y la presunción. A menudo todos esos prejuicios tan generosos se reúnen en una sola cinta o personaje. Creo que ha ocurrido una vez y se llama Amenábar: Tesis, Abre los ojos o Los Otros. A Mar Adentro ya no llegué. A mí de la Ramona sólo me interesaba aquella canción de Esteso.
El Orfanato me parecía carne de prejuicio clarísimo, pero me he ablandado. Me tranquiliza leer que a Boyero no le impresionó la película, porque a mí no sólo no me ha impresionado sino que me ha dejado por completo indiferente. Yo he sido un miedoso horrible de chico, tanto que recuerdo haberme metido en la cama con mis dos hermanos y mi madre -dos de cada lado- una noche que vimos, hace muchos años, un capítulo de aquéllos de Alfred Hitchcock presenta... Jamás he tenido huevos de ponerme a ver El Exorcista, me inquietan mucho películas como El Corazón del Ángel y se me ocurrió mirar un rato The Ring por devoción a Naomi Watts: cuando apareció la china en el televisor me subí en la pared como una salamanquesa. Un rato después bajé a rastras para cambiar de canal. Pero lo que más canguelo me ha dado, no sé si alguien lo vería, fue un documental titulado El Secreto de M. Night Shyamalan, en el que un equipo de televisión descubría cosas que uno no querría saber sobre la muy especial sensibilidad del director de El Sexto Sentido. Si de verdad era un documental, me quedé petrificado; si era un truco de falsa verdad, funcionaba como la película de terror más devoradora que me haya cruzado.
O me he vuelto ya tan escéptico que ni el terror me da terror, o lo de El Orfanato es un terrorcillo de habas. O me he hecho mayor y ahora ya debería atreverme a subir en la noria de las ferias... No sé. Todo lo que he leído y oído sobre esta película me parece una patraña de buenas voluntades. Lo mejor que puedo decir de ella es que huele a ópera prima de un director joven y que uno siempre ha de practicar la condescendencia con quien debuta, es de ley. Puede que haya buenas trazas pero yo no estoy aquí para juzgar las posibilidades futuras de Bayona (¿se llamaba Bayona el director?; ni me acuerdo del nombre, perdón); digo que El Orfanato me ha parecido una película de terror que como película está repleta de clichés y como terror da menos miedo que La Pantera Rosa. Al menos a mí, que pasé años sin poder ver otra vez Poltergeist. No es que sea aburrida. No es ni aburrida ni todo lo contrario. Se ve que el guión quiere cerrar los círculos, pero con un epílogo muy molesto, como si todos fuéramos tontos para que el director y su guionista sean muy listos. Hay un pastiche de referencias que alguien ha resumido muy bien en una de esas feroces críticas de desconocidos que corren por internet: "Es una especie de Los Otros mezclado con Peter Pan y Destino Final. Clavado, oiga... eso es manejar recursos y bibliografía.
Lo peor son lo huecas que suenan tantas y tantas frases a lo largo de la película, dificultad habitual en las series de televisión nacionales y en muchos filmes. Saben hacer lo espectacular, pero no lo cotidiano, lo rutinario. En El Orfanato hay diálogos de la estatura de los que salen en Hospital Central, de esos que no los pondría en pie ni Luisito Varela haciendo de don Gregorio en Camera Café. La médium que defiende Charlotte Chaplin es para agarrarse las bolas con una prensa; el mentalista con acento extranjero está más trillado que trillado; y salen en un momento dado cuatro guardias civiles que los ves y dices: mira esos tíos disfrazados de guardias civiles. La imposibilidad de la ficción patria para hacer creíbles a los policías en la pantalla resulta proverbial. Los más creíbles que he visto eran aquél de Farmacia de Guardia, de cuyo nombre no puedo acordarme, y sobre todo Barrilete, el policía municipal de pueblo que salía en Verano Azul. Escribir bien es difícil, muy difícil. Pero no celebremos la mediocridad. No hace falta haber estudiado cine para darse cuenta de cuándo algo no va y no va. Basta con haber educado el juicio y la sensibilidad. Cuando a lo largo de una película adivino unos cuantos planos o secuencias pienso que o bien yo mismo puedo dirigir una película, o bien el director no puede hacerlo. Como el director y yo no podemos ser lo mismo, queda claro cuál es la opción correcta. Pero no hace falta ponerse académico. Si mi madre escribiera críticas de películas, sobre ésta diría: una tontada como un piano.
Tomasín y sus amigos, sí. Y el tonto Simón, que diría Juan Perro. La pandilla basura. Yo sí que estoy hecho un huérfano: ni al cine puedo ir ya.
14 comentarios
Soni -
Un saludo!
Mornat -
Jeremy North -
De "Carretera Perdida" no me enteré de nada, no sé de qué va y eso que hice esfuerzos por entenderla. Y también me hubiese cargado a los terroristas en "United 93", allí si que había tensión y de la buena.
Mornat -
Me leeré tu post si lo hay y eso será todo, creo yo.
Soni -
Estoy pensando hacer un post, ya veré... saludos!
davicius -
Me voy a ver al Zaragoza, a ver si me anima el domingo....
Anónimo -
Principito -
Recomiendo que leas la tira cómica de Garfield que publica hoy domingo el "Heraldo de Aragón". Te resultará familiar.
Principito -
Yo también recuerdo una de las peores noches de mi vida, tras ver un capítulo de los que echaban de Alfred Hitchcock, concretamente uno en el que acababan enterrando vivo a un presidiario.
Respecto al cine y los prejuicios, pues eso, que haberlos haylos y los seguirá habiendo. Yo, personalmente, cada vez estoy más descontento con el Séptimo Arte. Pero igual es que está ya todo inventado, y no queda más que repetir escenas y diálogos ya vistos en otras películas.
O eso, o es que cada vez somos menos imaginativos.
Un saludo.
Sergio -
¡Aguante Za Za!
Saludos
Mornat -
Acudo ya a por esa recomendación.
Zitor -
Hace no mucho descubrí un blog dedicado en exclusiva a colgar podcasts de un programa de crítica cinematográfica que emiten en una emisora valenciana. Salvados los primeros momentos en los que sus autores se dedican a comentar la actualidad política que no viene al caso, empieza lo bueno. Comentan las películas que se han estrenado esa semana en Valencia, y de haberlo escuchado no hubieses ido a ver el orfanato.
Como con toda crítica se puede estar más o menos de acuerdo, y lleva su tiempo comprobar el grado de afinidad con el crítico. Pero la aparente independencia total de los dos que conducen el programa, hasta da la sensación de que lo hacen por hobby, me anima a recomendarlo. Desde luego no es lo que uno está acostumbrado a escuchar.
La emisora es Radio Klara, y el programa Klartelera. La dirección del blog la siguiente:
http://klartelera.blogspot.com/
Perdonad si lo pincháis y al final os defrauda.
Mornat -
Soni -
Creo que me pasa lo mismo que a ti con el cine de terror: de pequeña me pasaba una noche sin dormir por haber visto un anuncio (¡un anuncio de la tele!) de una peli de vampiros y daba el coñazo a mis padres y hermanos a diario. Me daba miedo la oscuridad, y mi hermana, para que me durmiera, me decía: "piensa que vas al parque de atracciones, piensa que vas al zoo, a la piscina"... En fin. Casi a diario encontraba razones para cagarme de miedo por algo; pero ahora veo el Exorcista, The Ring, y, aunque la congoja me dura media hora (no lo voy a negar), en general no me entra ni frío ni calor.