Vicky, Raimunda y Woody Allen
Con un cómodo retraso, como tantas otras, anoche vi Vicky, Cristina, Barcelona: el título siempre me pareció estúpido; la película, ni mal ni bien sino todo lo contrario. Woody Allen no deja de ser un americano que, pese a haber visto y admirado mucho cine europeo, sabe de Europa lo mismo que yo de la formación de los minerales en Marte, y la mira con los ojos romanticones con que los americanos miran a ciertas ciudades de Europa, con el mismo artificial deleite con el que beben vino. En realidad, debo confesar algo: me he cansado del señor Allen, antes Woody. Lo digo ahora pero ocurrió hace ya unas cuantas películas. Le había concedido la bula del amigo, el privilegio debido. Es más, diré que El Sueño de Cassandra o Melinda & Melinda me gustaron bastante más que a la media. Pero ya no se trata de las películas. Lo que me ha cansado es el personaje. Me ha agotado el cliché Woody Allen, el concepto de la película por año, las estupendas chicas de sus filmes, los lugares comunes de los actores que las interpretan, la inevitabilidad de Scarlett Johansson haciendo el mismo papel cuatro veces y todas ellas de modo admirablemente olvidable, la recreación oral de la genialidad del hombre por boca de otros y no por su actual trabajo.
Bardem está bien, pero sin exagerar: le llega para levantar y sostener en pie al Juan Antonio éste y recubrir de cierta credibilidad a un personaje que rebosa tópicos bohemios. Sobre el fenómeno de Penélope Cruz y su María Elena (qué nombres para los personajes, señor, qué nombres)... en fin, sobre esta moza ya no sé qué pensar. Es una actriz a la que sinceramente he de rendirme, porque somete a su favor los juicios de tanta gente de forma tan frecuente que a mí no me llega para negarla. Serán más listos que yo, seguro. Lleva una carrera en la que será raro que nos encontremos salvo casualidad, porque de cada diez películas que hace me interesa media. La inestabilidad emocional de su María Elena me parece igual que aquella rabia interior hecha dignidad de la tal Raimunda. Si Pe y Bardem están nominados para los Globos de Oro, enhorabuena a los premiados y compruebo una vez más que no están iguales todas las cabezas. O será que a Rebecca Hall ya se lo han dado de antemano, porque la mire por donde la mire en esta película sólo se salva Rebecca Hall en el papel de Vicky, el único personaje que no es un boceto o un racimo de tópicos. Y de lejos, la más hermosa de las tres mujeres. Y la única que no aparece en el cartel anunciador de la película, siendo que la película es ella y las paridas de los demás. En fin: para inestabilidades emocionales en el universo de Woody Allen, véanse algunos papeles de Mia Farrow, Anjelica Huston y, sobre todo, Judy Davis, una de sus grandes secundarias, en Maridos y Mujeres.
Para alguien que, como yo, considera Annie Hall una de las más hermosas películas de amor de todos los tiempos, esto supone arrancarse un pedazo del corazón y echárselo a los perros. Hay tres o cuatro personas a las que jamás conoceremos pero que son capaces de salvarnos la vida una o varias veces, incluso por sorpresa. Uno puede esperar el próximo álbum de Wilco y la próxima gira de Wilco y, en la relajada tensión de esa espera, discurrir por los días sin tropezarse. Uno puede entrar una tarde en la Fnac y descubrir que Richard Ford ha publicado en España su última novela, y reparar en que aún quedan novelas de Richard Ford por leer, y que eso le da algo de sentido a todo este asunto tan extraño de pasar los días, y dormir y luego despertar otra vez, como si regresáramos de alguna muerte pasajera, y otra vez dormir y entre medias comer pero con cuidado, y luego amar o no amar, pensar o no pensar, sentir o no sentir, acertar, equivocarse, decir hola, decir adiós, ver trenes que pasan, días que van, gente perdida, la niebla, el viento, el sol, la lluvia. Pero entonces compras la novela de Richard Ford... La compras y sales a la calle con ganas de contarle a alguien ese hecho tan pequeño: Richard Ford ha publicado una novela, yo no lo sabía, y entonces he ido a la tienda a ramonear y la he visto y... bueno, ahora soy feliz. No sé por qué, soy feliz.
La vida es un largo proceso de sumas y restas con decimales muy opinables. Es verdad que ya no van a volver Ian Curtis ni Joy División. Es verdad que sólo existe una primera vez en la que leer El Amor en los Tiempos del Cólera, El Sueño de los Héroes, El Muerto, Rayuela o El Perseguidor. Ya no podemos correr con el coche por las noches escuchando a los Clash. Ya no hay una primera vez para ver El Graduado ni Centauros del Desierto o Manhattan... Pero está Clint Eastwood, un tipo fiable. Está Bob Dylan, que no saluda ni se hace el simpático, pero no falla. Excluyo a los Beatles de toda consideración temporal: siempre jóvenes y haciéndonos jóvenes, en perfecto estado de descomposición genial. El estimado señor Allen era uno de esos pilares sobre los que uno construye su quebradizo edificio de días y noches. Pero todo acaba así, de forma abrupta. O admites que se terminó hace tiempo y que el drama sólo ha sido diferido a esta hora concreta. Un día el compañero de pupitre te dice que los Reyes Magos son los padres. Y 33 años después, encuentras una terrible convergencia entre Woody Allen y Almodóvar, vía Penélope, la Scarlett, Cristina y Raimunda.
A Woody Allen y a mí, como acostumbra a ocurrir con los viejos amigos, nos separan unas mujeres. Caído ese muro antes infranqueable, me quedo pensando que no hay nada que pensar ni motivos para hacerlo. Y a partir de ahí oigo la voz de Kipling que me dice: entonces serás un hombre, hijo mío, pero un hombre escéptico para los restos. Lo cual me permite darle vueltas a una duda que nunca me atreví a poner sobre la mesa con mi propio plato de comida y que estos días me corroe, después de escuchar varias veces con mucha atención Beggars Banquet y Exile on Main Street: ¿De verdad son tan buenos los Rolling Stones?
7 comentarios
rosa -
Mornat -
Gracias.
larmes -
Ahora que he leído tus comentarios sobre las dos películas y entre-líneas me ha salido Nacho Vegas pero también Wilco, Rayuela y Centauros del desierto...creo que me quedaré por aquí una temporada.
Saludos!
Mornat -
Grandes, muy grandes.
Besos
Soni in the sky -
P.D: A mí los Rolling no me han terminado de enganchar! Y el mejor grupo de rock de la historia... no hace falta ni decirlo.
Besos! Felices fiestas!
Mornat -
Lo de Woody Allen no tiene vuelta. Anoche vi Todos Dicen I Love You, que no es una de las mejores desde luego, y está a años luz de las de ahora. Pero a años luz, en todo. A mi también me gustó El Sueño de Cassandra. Lo del master en Identidad Catalana no supe si tomármelo como ironía (que no creo) o como pago a MediaPro y los inversores catalanes. Es una estupidez como un piano, en todo caso. Lo del master y la película vamos.
Abrazos
Jeremy North -
La pijada última de Woody Allen me puso de mala hostia. Cuando alguien te ha hecho pasar tan buenos momentos con su cine y le ves perpretando semejante engendro, te sientes como un marido engañado (o mujer). Es que hasta la penúltima de Woody, la del "Sueño de Cassandra" me pareció una buena película, a pesar de las críticas negativas, pero es que la de Barcelona no hay por donde cogerla, empezando por el "Máster en identidad catalana" que está realizando Rebecca Hall, lo único salvable del pestiño.