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Somniloquios

Monegros, capital Washington

Monegros, capital Washington


Hace tiempo que le debo al (e)lectorado de Somniloquios una breve o larga historia sobre los dos personajes más extraordinarios que me he cruzado en mi vida profesional: Mariano Gistaín y Roberto Miranda. Hay que decir que, en verdad, son los únicos extraordinarios, porque la grandísima mayoría de los cientos de periodistas que he conocido se caracterizan por la mediocridad, la convención y lo previsible, además de un peligroso desapego por la realidad, muy curioso dada la profesión. Los periodistas somos mayormente así: nos asombran cuestiones de lo más triviales, a veces, y además hacemos colectivo nuestro asombro con grandes titulares y páginas completas. Yo me incluyo aunque no soy nada corporativo, como se ve; pero es que algunos se hacen los interesantes con un arte envidiable, como si el periodismo fuera más complicado que poner un cohete en Marte. Gistaín y Miranda, sin embargo, habitan en una dimensión paralela a medio camino entre una modesta genialidad y una locura muy amable, miscelánea a la que yo tuve acceso durante años en el Periódico de Aragón (el único diario en el que aprendí algo útil hasta que felizmente llegué al AS, donde pude liberarme de un interludio que no me enseñó nada, aunque sí me ofreció una vista detenida de las cloacas de la zafiedad profesional y personal, que de eso también se aprende...). En fin, que me voy del tema. Prometo hablar de aquellos dos fenómenos un día de éstos, despacio, con cuidado, cariño y admiración. Hoy dejo sólo el último artículo de Mariano acerca del proyecto Gran Scala, ese Las Vegas monegrino que nos tiene asombrados. El argentino López ya propuso hace años que los aragoneses entregáramos la gestión de nuestra realidad a Cataluña (sin una cesión patriótica, desde luego, y menos ahora tal y como andan las cosas), sólo con el fin de llegar a algún lado y no soportar esta impresión permanente de que aquí en la ciudad del viento y sus alrededores nada se mueve, y que siempre permanecemos en el mismo punto de la eternidad, discutiendo sobre los mismos problemas y esperando las mismas cosas. En su artículo de hoy en el Periódico, Mariano propone una solución paralela a la de López y aún más atrevida (y pragmática): adscribirnos a los Estados unidos, dado que en el Gobierno de Madrid se toman todo por el pito del sereno y sólo les importan las cosas de siempre. Lo he leído nada más levantarme y me he reído. Como suele ocurrir. La capacidad de Mariano para deformar el lenguaje y convertirlo en un organismo vivo, mezclada con su ingenio para hacer pasar la realidad a través de ese lenguaje y reducirla a su verdad más simple y oculta, siempre me han fascinado. Ahí va la pieza. Y la idea...


Mandar el impreso a USA


A ver si las Cortes de Aragón envían pronto la solicitud de Estado Libre Asociado y Estados Unidos nos acoge en su seno más o menos oficialmente. Con el Vaticano no hay nada que rascar. Nos da la razón jurídica para que devuelvan los bienes, pero es un paripé retórico: a la hora de la verdad, no ejecuta. Hace la vista gorda ante el incumplimiento de esa sentencia. La Euroregión no mola. Europa está de cenas. Y España hace tiempo que se ha olvidado de Aragón. Para España, Aragón no existe. En vez de pagar una miserable deuda, como ha hecho con otras comunidades, forma una comisión. Y encima pone al frente de esa comisión a un nativo de Zaragoza. España le forma a Aragón una comisión que es como un pelotón de fusilamiento burocrático, un fusilamiento diferido, con las balas tipo Matrix. Este máximo desprecio y esta cobardía de no saber decir "no", es la peor afrenta. Andalucía y Galicia se hacen la foto y se llevan el cheque. Madrid gestiona Aragón como en tiempos de Franco, con comisiones, es como si no tuviera representantes: ZP no los recibe. No es extraño que estos representantes electos se busquen la vida en el mercado libre.

Sólo nos queda la metrópoli, que al menos tiene tradición y coches y conserva un cierto glamour residual. El ejecutivo autónomo ha visto que para acoger a todos esos casinos que proyecta virtualmente Gran Scala no basta con repartir bolígrafos por los Monegros. Al ponerse a mirar las leyes que hay que enmendar para despenalizar el poker se ve que lo más rápido es convertirnos en Autonomía Libre Asociada de USA. Ahorramos en tipex y en chapuzas jurídicas. No compensa retocar todas esas leyes, incluyendo el último Estatuto, ya obsoleto. Se puentean por arriba entrando en la gran familia de Los Simpson y Los Soprano. Aragón quiso hacer marketing ante Napoleón, pero esa gesta, aparte de destruirlo todo, no atrajo ni a un turista. Fue un marketing erróneo, mal enfocado y, sobre todo, carísimo.

Ahora estamos a punto de perecer en pluriespaña, con alegría y buen rollo, pero fabricando madalenas y ferralla. Investigando lo justo, y manteniendo el inglés como asignatura de relleno. Sin grupo mixto en el Parlamento, no llega ni una peseta. En Madrid, las partidas para Aragón se cuentan aún en pesetas. Hay que mandar esa solicitud cuanto antes.

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